Deutsch, en 1984, recibió una aerolínea en parte de pago por la venta de un campo familiar. Ya en aquel entonces, le interesaban los aviones y había hecho un curso de piloto. La compañía aérea era chiquita: solo dos aviones de 30 plazas que hacían viajes a Colonia, Uruguay. Él la transformó en LAPA. "Me gusta llevar los negocios de cerca", decía en una nota con el diario La Nación a fines del '99.
Siempre le dedicó mucha atención a su nueva empresa. La hizo crecer con un servicio de atención y precios económicos. Él la comandaba cuando uno de sus aviones no llegó a despegar, salió por tierra de aeroparque y causó una tragedia. Un día después, en el '99, dijo que "no sabía qué había pasado". No lo entendía. LAPA, así, llegó a la quiebra.
Manejar aviones era uno de sus grandes hobbies. Solía viajar con sus hijos —tuvo cuatro— y su esposa. Justamente ella lo acompañaba mientras sobrevolaba Nordelta en la tarde del domingo. No se sabe qué paso, pero cayeron y perdieron la vida. A los 78 años, Deutsch dejó un patrimonio que alcanza los 1500 millones de dólares y un largo número de empresas latinoamericanas.
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