Corría el mes de septiembre y Abigail, madre del pequeño Theo, preparaba una excursión para pasar el día al aire libre. Antes de salir un fuerte olor a humedad llamó su atención. Al no encontrar el motivo de semejante hedor decidió bajar al sótano. Una vez abajo, descubrió el porque del ambiente enrarecido y húmedo: el termotanque se había pinchado y la inundación del sótano fue inevitable.
La limpieza pospuso el paseo por un rato. Y en ese rato se dio el encuentro crucial entre Theo y Benny.
“El sótano está sin terminar, así que no fue un gran problema la inundación. Mientras limpiaba el desorden, Theo encontró el esqueleto entre todas las decoraciones de Noche de Brujas. Una vez que tuve todo limpio, retomamos la idea del paseo. Sin embargo, Theo se negó a subir al coche sin su esqueleto. Así que Benny fue parte de la divertida. Desde entonces han sido inseparables”, contó Abigail.
Theo supo de inmediato que el y el huesudo Benny iban a convertirse en amigos a pesar de las diferencias entre ellos. La falta de piel u órganos internos no fueron impedimento para que se forjara una fuerte amistad.
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