A causa del alto porcentaje de gente por debajo de la línea de la pobreza en el Conurbano bonaerense, que según la última medición del INDEC llega al 34,6%, subiendo casi un 4% con respecto al año pasado y afectando a más de 4 millones de personas, cada vez son más los chicos y adultos que necesitan la asistencia de un comedor comunitario para alimentarse.
El panorama afecta principalmente a jóvenes de hasta 19 años de los barrios más humildes del conurbano, con casi un millón de chicos entre los que se produjo un importante deterioro nutricional, según un relevamiento del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI).
A raíz de este combo, propiciado por el desempleo, el incesante aumento en los precios de los alimentos, la suba en las tarifas de servicios públicos y la falta de acuerdo en negociaciones paritarias de varios sectores, más de un millar de comedores del Gran Buenos Aires le abren las puertas a diario a más de 100 mil personas.
“Desde principios del año pasado hubo un aumento del 50% en la demanda de comedores comunitarios, ya sea de movimientos sociales o de la Iglesia. Hasta el día de hoy no hubo ninguna baja, el número se sigue manteniendo, con lo que se produce una estabilización de la pobreza y la indigencia, que ronda las 900 mil personas”, expresó en diálogo con DIARIO POPULAR Isaac Rudnik, director del ISEPCI.
El economista del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), Andrés Pizarro, coincidió en el diagnóstico y alertó: “Si conocés el conurbano, te das cuenta de que hay más gente que ha necesitado apoyo alimentario. No sólo se ve en los comedores, también ves más personas durmiendo en la calle o hasta comiendo de la basura”.
Esta situación va en consonancia con el reporte de Banco de Alimentos, una organización sin fines de lucro que recibe donaciones de empresas y les garantiza alimentos a comedores que necesiten la ayuda. A lo largo del año pasado, asistió a más de 90 mil personas en los 33 distritos del GBA, repartidas en unos 500 establecimientos.
Al respecto, Pizarro detalló que “el conurbano, junto a Rosario, son los dos lugares que tienen el índice de desempleo y el de pobreza más altos que el promedio”.
Si a eso se le suma el aumento en la Canasta Básica Alimentaria, que fue 3,05% en marzo y alcanza más del 7% en lo que va del año, el cálculo del ISEPCI, según informó Rudnik, es que “de mantenerse este espiral inflacionario, el aumento de precios anualizado sería de 34,16%”.
“Este porcentaje anualizado daría sólo si el gobierno mantiene los mismos niveles de aumentos de estos primeros tres meses. Según el pronóstico del gobierno, están tomando una serie de medidas que haría que en la segunda parte del año controlaran la inflación para que no sea más del 20%. A mí me parece difícil, cuando el propio FMI dice que va a estar por encima de eso”, expresó.
En ese orden, el consultor vaticinó que “si insisten en ponerle un techo a los aumentos salariales del 18 o 20%, vamos a volver a ver una pérdida del poder adquisitivo de los sectores más vulnerables que va a subir la línea de pobreza”.
Al referirse a las cifras de indigencia, que ronda los 900 mil personas en el conurbano, Rudnik sentenció: “Si vos cruzás el dato del 40% de inflación en alimentos con la suba de las remuneraciones mínimas, que todas estuvieron por debajo de ese número y en un marco de una pérdida importante de trabajos en negro, que son los que habitualmente toman los sectores más vulnerables, el resultado del incremento de la indigencia es una manifestación lógica”.
Para Pizarro, de CEPA, “el origen del problema se remonta a 2015, con un salto enorme en el precio de los alimentos que se da entre noviembre y febrero”.
Uno de los fieles reflejos de la contención que reciben los jóvenes del conurbano bonaerense es el comedor Esperanza Kilme, que desde hace nueve años ayuda a la gente en situación vulnerable de la ribera de Quilmes con raciones de comida, talleres de apoyo y donación de ropa.
Emplazado en la calle Carlos Bavera entre Solís y Los Naranjos, con el invaluable aporte de su fundadora María del Carmen Serrano, el constante apoyo de su hija Alejandra Piaggio y la participación de varios voluntarios, la institución recibe a más de un centenar de chicos por día.
“El año pasado teníamos entre 80 y 100, como máximo, pero ahora para la comida tenemos un total de 150 chicos que vienen fijo. En realidad el comedor es para ellos, pero si vienen las mamás también pasan y comen”, contó María del Carmen a DIARIO POPULAR, graficando el importante número de gente que se sumó a raíz de la crisis en los últimos tiempos.
Entre los que concurren, explicó que “vienen desde bebés hasta chicos de 17. Algunos tienen un poquito más porque crecieron acá y no dejan de venir. Por ejemplo, tenemos dos mamás adolescentes de 16 años que vienen con sus bebés”.
Con respecto a las comodidades, la fundadora confesó: “Hace 9 años estamos en el mismo lugar y nos costó un montón porque fue todo a pulmón. Antes cocinábamos con fuego, ahora tenemos garrafa, horno pizzero. Hemos mejorado la comida”.
“Hacemos mucho guiso porque es lo que más rinde y hay chicos que son de buen comer, o es la única comida del día para ellos, y te repiten el plato. El año pasado agregamos el postre y ahora te preguntan ‘¿qué hay de postre?’”, valoró.
Y relató que “en general hacemos desayuno y una comida a las 13, pero a veces les damos cena a las 18” y destacó que “siempre depende de las donaciones, por ejemplo antes les dábamos mate cocido, pero ahora casi siempre podemos darles leche”.
Al hablar de las actividades, María del Carmen se enorgullece. “Después de comer se quedan a un taller. Los sábados hay seguro apoyo escolar y varias actividades. Pero entresemana también, porque tenemos muchos voluntarios”, admitió.
Entre los talleres se cuentan macramé, arte, reciclado, manicura, charlas con psicólogos y con miembros de la Cruz Roja “que trabajan con prevención de enfermedades y educación sexual”.
“Acá les dan apoyo escolar. En la semana les miran las carpetas y los sábados toman cada voluntario a dos o tres y les enseñan a leer bien. También les enseñamos a cocinar tortas fritas, pizza y otras cosas que después se llevan a sus casas”, señaló.
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