Lo anunció el ministro de Relaciones Exteriores saudí, luego de que manifestantes ingresaran en su embajada de Teherán en protesta por la ejecución de un dignatario religioso chiita saudí. Preocupación internacional.
El ministro de Relaciones Exteriores saudí Adel al Jubeir anunció ayer la ruptura de las relaciones diplomáticas de Arabia Saudita con Irán, después de que manifestantes irrumpiesen en su embajada en Teherán en el marco de protestas contra la ejecución de un dignatario religioso chiita saudí. Al Jubeir destacó además que todos los diplomáticos iraníes "deben abandonar Arabia Saudita en un plazo de 48 horas".

El ministro denunció "las injerencias negativas y agresivas de Irán en los asuntos árabes, que provocan con frecuencia daños y destrucciones".

Los ataques de manifestantes a la embajada saudita en Teherán y al consulado de este mismo país en la ciudad iraní de Mashad constituyen "una violación flagrante a todas las convenciones internacionales", dijo, acusando a las autoridades iraníes de no haber hecho nada para evitarlos.

La ejecución el sábado del jeque saudí Nimr Baqer al Nimr, un crítico virulento al poder de Riad, ha exacerbado las tensiones en Oriente Medio, en particular en Irán, donde la embajada saudita fue en parte destruida por manifestantes.

"Sin ninguna duda, la sangre derramada injustamente del mártir (Nimr) dará sus frutos y la mano divina lo vengará de los dirigentes sauditas", había advertido el guía supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei.

Algunas horas más temprano, centenares de personas encolerizadas lanzaron cócteles Molotov contra la embajada de Arabia Saudita en Teherán y penetraron en el recinto. "El fuego destruyó el interior de la embajada", según un testigo. También fue atacado el consulado saudita en Mashad (noreste).

Esta ejecución provocó la ira de las comunidades chiitas de Arabia Saudí, Líbano, Baréin, Yemen e Irak.

La ONU, Estados Unidos, la Unión Europea (UE), Alemania y Francia expresaron también su preocupación y temen una intensificación de las tensiones entre chiitas y sunitas en la región, manifiestas en el conflicto sirio y en la guerra de Yemen.

El líder chiita de 56 años fue ejecutado el sábado junto a otras 46 personas condenadas por "terrorismo". La mayoría eran yihadistas del grupo Al Qaeda.

Manifestaciones

El presidente iraní Hasan Rohani denunció la ejecución del clérigo, pero calificó de "injustificables" los ataques contra las representaciones saudíes.

Más de un millar de personas se manifestaron ayer en dos lugares diferentes de Teherán en protesta contra la ejecución del líder chiita saudí, sin causar incidentes.

Una concentración tuvo lugar cerca de la embajada de Arabia Saudí, pese a la prohibición del gobierno para evitar nuevos altercados.

Antes de ser dispersados por la policía antidisturbios, los manifestantes gritaron "muerte a Al Saud", del nombre de la familia reinante en Riad y quemaron banderas estadounidenses e israelíes.

Si la indignación y la ira son especialmente fuertes en Irán, país musulmán de mayoría chiita (90%) y gran rival de la sunita Arabia Saudí, los chiitas se manifestaron igualmente en el reino saudí, en Baréin y en Irak, en la ciudad santa chiita de Kerbala (centro).

El ayatolá Ali al Sistani, la más alta autoridad chiita en Irak, calificó de "agresión" el "derramamiento de sangre pura" de los ejecutados.

En Líbano, el líder del movimiento chiita Hezbolá, Hasán Nasralá, condenó el "terrorismo" y el "despotismo" de Arabia Saudí.

Esta ejecución "revela la verdadera cara de Arabia Saudí, la cara despótica, criminal y terrorista", dijo Nasralá en un discurso retransmitido por la cadena de televisión del Hezbolá, Al Manar.

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