A los 95 años, el ex dueño de la Fórmula 1 decidió vender sus barcos y vehículos de alta gama y recaudó más de 660 millones de dólares. Dice que quiere "una vida más simple".
Luego de 8 años de su renuncia a la propiedad y conducción de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone sorprendió al mundo al confirmar que vendió sus yates y su colección completa de autos de lujo. El empresario británico, que durante décadas manejó el negocio más rentable del automovilismo, aseguró que busca “simplificar su vida” y dejar atrás los excesos que lo acompañaron durante gran parte de su carrera.
En diálogo con el medio alemán Bild, Ecclestone explicó que tomó la decisión junto a su esposa Fabiana, con quien vive en Gstaad, Suiza, junto a su hijo Ace. “Lo acabamos de vender”, dijo sobre uno de sus yates mientras hablaba desde Croacia. Su pareja agregó que apenas lo usaban “ocho días al año” y que ya no tenía sentido mantener algo tan grande.
Entre los bienes más impactantes que decidió dejar ir está su legendaria colección de 69 superdeportivos, vendida a principios de este año al empresario Mark Mateschitz, hijo del fallecido fundador de Red Bull, Dietrich Mateschitz. Aunque el precio final no fue revelado, la colección fue valuada en unos 660 millones de dólares.
Entre esas joyas había autos de Ferrari, Brabham y McLaren, varios de ellos pilotados por leyendas como Niki Lauda, Nelson Piquet y Michael Schumacher. Ecclestone aseguró que más allá del dinero, le importaba que las piezas quedaran “en buenas manos” y adelantó que muchas serán exhibidas en museos.
El empresario cumplió 95 años el 28 de octubre, el mismo día en que se publicó la entrevista. Pese a haber vendido sus símbolos principales de poder y velocidad, sigue conectado con su gran pasión. “Sigo viendo cada carrera, incluso las prácticas. Me levanto a cualquier hora para verlas”, dijo.
Ecclestone dirigió la Fórmula 1 durante más de cuatro décadas y fue clave para convertirla en un espectáculo global. Este nuevo estilo de vida, nunca antes visto desde su retiro, parece cerrar una etapa de lujo, pero no de amor por el automovilismo.
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