Tras la toma del poder por parte de los talibanes, el kilo de opio ahora cuesta entre 100 y 150 dólares, casi tres veces más que hace dos meses.

La toma del poder en Afganistán por parte de los talibanes trajo consigo una serie de cambios sociales y también económicos. El precio del opio, del que se usa su savia para la fabricación de morfina y heroína que se consume principalmente en Europa, se triplicó en el país.

El kilo de este producto, del cual Afganistán es el mayor productor mundial, cuesta ahora entre 17.500 y 25.000 rupias pakistaníes (entre 100 y 150 dólares), casi tres veces más de lo que estaba antes de la reconquista de los talibanes, indicó un productor del mercado, todavía legal, a medios internacionales.

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La meteorología, el cierre de las fronteras y principalmente las declaraciones del vocero del nuevo Gobierno sobre la posible prohibición de su cultivo, son algunas de las razones que hicieron disparar los precios de este producto con el que se elabora la heroína.

Afganistán es responsable del 85% de la producción global de adormidera, planta de la que se obtiene el opio, con una superficie destinada para su cultivo en constante crecimiento: pasó de 70.000 hectáreas en 1994 a un promedio de alrededor 250.000 hectáreas en los últimos cuatro años, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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En estas décadas solamente hubo una caída abrupta de 82.000 hectáreas en 2000 a 8.000 hectáreas en 2001, por la prohibición impulsada por el entonces Emirato Islámico de los talibanes, justo antes de que fuera derrocado por las fuerzas de Occidente lideradas por Estados Unidos.

En la primera conferencia de prensa tras el ingreso en Kabul, el vocero de los insurgentes, Zabihullah Mujahid, prometió que el nuevo Gobierno volverá a vetar su producción: "A partir de ahora, nadie estará involucrado (en el tráfico de heroína) y nadie puede participar en el contrabando de drogas".

Muchos campesinos afganos ven una opción rentable en las adormideras, también conocidas como plantas de opio, sobre todo tras la sequía del 2018, las inundaciones del 2019 y la pandemia de coronavirus de los últimos 18 meses: no se necesita mucho terreno para su cultivo, obtienen una venta segura e ingresos suficientes para sobrevivir.

Como suele ocurrir en muchos sectores de la economía, legales o ilegales, la distribución de la riqueza es inequitativa y favorable para quienes controlan el negocio y, en este caso, uno de esos grandes actores (no el único) son los talibanes, que obtuvieron millones de dólares mediante impuestos a los agricultores, la fabricación de los opiáceos, su tráfico y extorsiones.

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