Ante casi 500 reclusas, el Sumo Pontífice aseguró que "es simplista dividir la realidad en buenos y malos".

En una emotiva visita a una cárcel de mujeres en Santiago de Chile, el papa Francisco aseguró este martes que “es simplista dividir la realidad en buenos y malos” y pidió “no reducir la seguridad pública a medidas de control”, sino que reclamó “prevención y trabajo” y afirmó que “la sociedad está obligada a asegurar la reinserción”.

“Me viene al corazón la frase de Jesús: ’El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra’. “Él nos invita a dejar la lógica simplista de dividir la realidad en buenos y malos”, planteó Jorge Bergoglio al visitar el centro penitenciario femenino “San Joaquín” de la capital chilena, donde están recluidas el 45 por ciento de las presas del país.

En un lugar símbolo de la sobrepoblación carcelaria, donde están privadas de su libertad más de 1.400 mujeres en un centro con capacidad para menos de 900, Francisco pidió “ingresar en esa otra dinámica capaz de asumir la fragilidad, los límites e incluso el pecado para ayudarnos a salir adelante”.

“Todos sabemos que muchas veces, lamentablemente, la pena de la cárcel se reduce sobre todo a un castigo, sin ofrecer medios adecuados para generar procesos”, planteó Francisco ante casi 500 presas, que lo recibieron en el gimnasio con sus niños en brazos y ondeando pañuelos blancos.

“Y eso está mal. En cambio, estos espacios que promueven programas de capacitación laboral y acompañamiento para recomponer vínculos son signo de esperanza y futuro. Ayudemos a que crezcan”, agregó Bergoglio con los ojos enrojecidos en el lugar gestionado desde 1996 por las Hermanas de la Congregación del Buen Pastor.

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Tras besar sonriente a los hijos de las convictas, opinó que “la seguridad pública no debe reducirse sólo a medidas de mayor control sino, y sobre todo, edificarla con medidas de prevención, con trabajo, educación y mayor comunidad”.

Minutos antes de las palabras de Francisco, Janeth Zurrita, una de las reclusas que está presa junto a sus hijos, pidió perdón “a todos los que hirieron con sus delitos”.

Sabemos que Dios nos perdona, pero pedimos que la sociedad también lo haga”, dijo la interna ante el Pontífice y la presidenta Michelle Bachelet, que lo acompañó durante la visita.

“Una condena sin futuro no es una condena humana, es una tortura. Toda pena tiene que tener horizonte de reinserción. Exíjanlo, a ustedes mismas y a la sociedad”, apuntó Bergoglio.

Por último, antes de retirarse ovacionado, las alentó a “trabajar con dignidad, porque se contagia más rápido que la gripe”, y les regaló una escultura en cerámica con una reproducción de la Virgen.

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