Miles de desplazados regresan a la Franja, mientras Israel prepara la liberación de prisioneros palestinos y Estados Unidos despliega tropas para supervisar el acuerdo.
La Franja de Gaza vivió su primera noche tranquila en meses, tras la entrada en vigor del alto el fuego pactado entre Israel y Hamás, que puso fin -al menos de forma provisional- a una ofensiva que dejó más de 67.000 muertos y una devastación sin precedentes en el enclave palestino.
La calma, celebrada con alivio por una población exhausta, llega acompañada de la compleja implementación del acuerdo de intercambio de prisioneros y rehenes, y de una intensa actividad diplomática internacional.
“Anoche fue una noche tranquila, la primera sin bombardeos desde el comienzo de la guerra”, relató Mohammad, un médico gazatí de la ciudad de Gaza. En su hospital ya no llegan decenas de cuerpos cada día, sino los restos de personas recuperadas entre los escombros. Según el Ministerio de Sanidad del enclave, al menos 7.000 víctimas siguen sepultadas bajo los edificios destruidos.
Los testimonios de los gazatíes reflejan tanto alivio como desolación. “Por primera vez en mucho tiempo conseguimos dormir sin miedo”, dijo Zaher, un padre de familia que huyó de la capital hacia Deir Al Balah, en el centro del territorio, donde miles de personas se refugiaron en tiendas de campaña. Muchos, como él, intentan ahora regresar a sus hogares destruidos o buscar dónde vivir en una ciudad que quedó reducida a ruinas.
Desde el viernes al mediodía, cuando comenzó la tregua, miles de desplazados retornan desde el sur hacia la capital. Israel completó su repliegue detrás de la denominada “línea amarilla” y mantiene el control de cerca de la mitad del territorio -antes era el 80 %., mientras las milicias palestinas preparan la liberación de los rehenes aún en su poder.
El acuerdo prevé la liberación de 48 cautivos israelíes (vivos y muertos) a cambio de 250 prisioneros palestinos y 1.700 detenidos durante la ofensiva. En las cárceles de Ofer y Ketziot, funcionarios israelíes trabajan en los traslados de los presos que serán liberados o deportados. Entre ellos hay miembros de Hamás, Fatah, la Yihad Islámica y el Frente Popular para la Liberación de Palestina. No figuran, sin embargo, figuras prominentes como Marwan Barghouti o Ahmed Saadat.
La lista incluye a Baher Badr, condenado a once cadenas perpetuas por un atentado con bomba en 2004, e Iyad al Rub, responsable de un ataque suicida en Hadera en 2006. Los prisioneros con penas perpetuas que serán deportados a través de Egipto ya fueron trasladados a Ketziot, mientras que los que volverán a Cisjordania permanecen en Ofer.
El Comité Internacional de la Cruz Roja supervisará el proceso y también la recuperación de los restos mortales de 28 rehenes fallecidos. Según lo acordado, los prisioneros palestinos serán liberados solo después de la entrega de todos los cautivos israelíes.
Mientras tanto, Estados Unidos envió 200 soldados a Israel para supervisar la implementación del alto el fuego. Según la cadena ABC News, las tropas -especializadas en logística, transporte y seguridad- se encargarán de establecer un “centro de coordinación” que facilite las tareas humanitarias y garantice la seguridad del acuerdo. El operativo estará bajo el mando del almirante Brad Cooper, jefe del Comando Central estadounidense para Medio Oriente. Washington aclaró que ningún militar norteamericano ingresará a la Franja de Gaza.
El Vaticano también expresó su satisfacción por la tregua. El secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, destacó que se trata de “un paso adelante hacia una paz duradera y definitiva”. En declaraciones a medios vaticanos, el número dos de la Santa Sede dijo que “donde hay violencia, siempre hay algo que condenar” y reiteró el deseo de “iniciar un camino de reconciliación y paz”.
Las palabras de Parolin se producen tras las críticas de la embajada de Israel ante el Vaticano, que había cuestionado una entrevista anterior del cardenal por considerar que equiparaba las acciones de Hamás con las del Estado israelí. “La entrevista pretendía ser un llamamiento a la paz”, respondió el prelado.
Con la tregua, Gaza vive un respiro frágil. Las calles devastadas se llenan lentamente de gente que intenta reconstruir lo que queda, aunque persisten las dudas sobre cuánto durará la calma. Las próximas horas serán decisivas para confirmar si el acuerdo de alto el fuego abre realmente una puerta a la paz o si se trata de otro paréntesis en un conflicto que, tras dos años de enfrentamientos, ha dejado una huella indeleble en Medio Oriente.