Un tour por Singapur de noche, entre selfie, saludos y aplausos, vivió el líder norcoreano Kim Jong-un, en vísperas de la cumbre histórica con Donald Trump.
Kim dejó sorpresivamente la suite presidencial de 300 metros cuadrados, 8.000 dólares diarios, en el Hotel St.Regis poco después de las 21 del lunes.
Con un largo cortejo de autos se dirigió hacia los Jardines de la Bahía, junto al lago artificial Marina Reservoir. En ese lugar se detuvo durante 20 minutos, en compañía de su hermana Kim Yo-Jong y otros funcionarios de la delegación.
Vestido con el inconfundible estilo Mao, llegó al Hotel Marina Bay Sands, otro ícono de Singapur, y subió al SkyPark, el mirador del edificio de 50 metros de alto que ofrece una linda panorámica de toda la ciudad-estado.
El líder de Pyongyang paseó en el Puente Jubilee rodeado de guardaespaldas hasta llegar a la bahía Marina, entre aplausos y coros dignos de un rock star. Kim respondió a los saludos agitando su mano y se tomó una selfie, sonriente, con su ministro de Educación, Ong Ye-kung, y con el canciller de Singapur, Vivian Balakrishnan, que lo subió inmediatamente a su perfil de Facebook.
La presencia de Kim había sido anticipada por las medidas de seguridad reforzada y en el último paso fue en la bahía Marina, antes de regresar al hotel alrededor de las 23.30 hora local.
La segunda jornada de Kim en Singapur no tuvo actividades, a diferencia de la agenda de Trump que compartió el almuerzo con el premier Lee Hsieng Loong y visitó la embajada de su país.
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