El senador Miguel Uribe Turbay fue baleado este sábado durante un acto en Bogotá. Se encuentra en estado crítico. El ataque generó una condena unánime de todo el arco político colombiano e internacional.
La política colombiana quedó en estado de shock este sábado tras el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, uno de los principales precandidatos presidenciales del Centro Democrático de cara a las elecciones de 2026. Uribe, de 39 años, fue baleado en plena vía pública mientras pronunciaba un discurso en un acto de campaña en la localidad de Fontibón, cerca del aeropuerto El Dorado, en Bogotá.
El ataque fue perpetrado por un joven que, según la Policía, sería menor de edad. El agresor fue detenido en el lugar y se le incautó una pistola. Las autoridades aún no confirmaron el móvil del atentado, pero el hecho generó un rechazo unánime a nivel nacional e internacional.
Uribe Turbay fue trasladado inicialmente a la clínica Medicentro, y luego derivado a la Fundación Santa Fe, donde continúa en estado crítico. Su esposa, María Claudia Tarazona, informó que “está luchando por su vida” y pidió “una cadena de oración” por su recuperación.
Miguel Uribe Turbay no tiene parentesco directo con el expresidente Álvaro Uribe, fundador del Centro Democrático. Es hijo del exsenador conservador Miguel Uribe Londoño y de la periodista Diana Turbay, asesinada en 1991 durante un secuestro ordenado por el narcotráfico. Es también nieto del expresidente Julio César Turbay (1978–1982).
Desde su banca en el Senado, se convirtió en uno de los críticos más duros del presidente Gustavo Petro, especialmente por el aumento de la violencia y su proyecto de convocar una consulta popular para imponer reformas laborales rechazadas por el Congreso.
La gravedad del ataque obligó al presidente Gustavo Petro a suspender un viaje a Francia, donde iba a participar en la Cumbre de la ONU sobre los Océanos, para “atender personalmente la situación y garantizar el compromiso institucional del Gobierno con la democracia y la paz”.
A través de un comunicado, el Ejecutivo condenó el atentado y señaló:
“Este acto de violencia es un ataque no solo contra la integridad personal del senador, sino también contra la democracia, la libertad de pensamiento y el ejercicio legítimo de la política en Colombia”.
Desde el Centro Democrático, espacio que impulsa la candidatura de Uribe Turbay, se pronunciaron con dureza:
“La democracia y la paz en Colombia deben prevalecer. Esperamos que se haga justicia y se garantice la seguridad de todos los líderes políticos y ciudadanos”.
En un hecho pocas veces visto en la historia reciente colombiana, los expresidentes Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Iván Duque, Andrés Pastrana y Ernesto Samper condenaron el ataque de forma categórica, dejando de lado diferencias históricas.
Uribe escribió: “Atentaron contra una esperanza de la patria, contra un gran esposo, padre, hijo, hermano, contra un gran compañero de trabajo”.
Santos expresó: “¿A dónde hemos llegado? Condenamos de la forma más enérgica el atentado a Miguel Uribe. Nuestra solidaridad con su familia. Un llamado a rodear las instituciones y defender la democracia”.
A su vez, Ernesto Samper declaró: “No podemos permitir que mediante la violencia se pretendan acallar las voces y posturas políticas”.
El atentado tuvo rápida repercusión en América Latina. El presidente de Chile, Gabriel Boric, dijo que “en democracia, la violencia no tiene cabida ni justificación”. Daniel Noboa, mandatario de Ecuador, también se solidarizó: “Condenamos toda forma de violencia e intolerancia. No están solos”.
Desde Perú, el gobierno manifestó su “más firme rechazo a todo acto de violencia que atente contra la vida o socave la paz social”.
En Estados Unidos, el secretario de Estado Marco Rubio repudió el ataque y llamó al presidente Petro a “moderar su retórica” y proteger a los funcionarios. “Este atentado es una amenaza directa a la democracia colombiana”, sostuvo.
También se pronunció la líder opositora venezolana María Corina Machado, quien calificó el hecho como un “criminal atentado” y pidió garantías democráticas en la región.
El hecho recordó a muchos los años más oscuros de la política colombiana, cuando el narcotráfico y la violencia política truncaron las vidas de tres candidatos presidenciales en los años 80 y 90: Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo.
Aunque Colombia ha vivido avances institucionales desde entonces, este atentado demuestra que la violencia todavía puede golpear el corazón de la democracia. El hecho ocurre además a menos de un año de la primera vuelta presidencial, prevista para el 31 de mayo de 2026, lo que lo convierte en un punto de inflexión de cara a la campaña electoral.
Mientras Miguel Uribe Turbay permanece internado, los llamados a la unidad se multiplican. Desde distintos sectores políticos, sociales y diplomáticos, el mensaje es claro: la democracia no puede ser silenciada por la violencia.
Aún se espera un parte médico oficial actualizado. Entretanto, Colombia permanece en vilo, con una mezcla de consternación, temor y necesidad de unidad nacional ante un hecho que, por su gravedad, ya quedó grabado en la historia reciente del país.