El experimentado marcador central superó el record que ostentaba Ricardo Bochini en Independiente, y resalta la importancia de una carrera que construyó, todo teñido de Verde.

Pasaron casi 22 años del debut en Primera. Mucho agua corrió bajo el puente: alegrías, broncas, tristezas, desahogos, presiones, satisfacciones…

Fueron 639 partidos (en realidad hoy ya son 643) en los que Ricardo Ariel Cafferata construyó una imagen emblemática para el Deportivo Laferrere.

Y ahora se ha transformado en el jugador récord del fútbol argentino. Es que semanas atrás superó la marca de un ícono como lo es Ricardo Daniel Bochini, ídolo de Independiente.

Con 38 años (el 25 de abril cumplirá 39), el Chino viene sin fecha de vencimiento: “Disfruto cada momento y vamos viendo cómo seguimos, pero sin ponerme límites ni marcas”, cuenta.

Fue todo como salido de una película, ya que ante Lamadrid fue agasajado por el club y ese día convirtió el tercer gol en la goleada 3-0 de Lafe en Magnasco y Rodney. “En el momento de romper el récord se me vino a la mente la familia, por todo el aguante, por la ayuda, ya que pasaron muchas cosas en el club, porque en su momento se estaba mal económicamente; mis hijos, mi señora, que fue fundamental para que siguiera en el fútbol”, señala.

Pese a que prefiere estar en la periferia, el protagonista es un prócer en Laferrere. “Hay varios antes, como la Araña Maciel, el Flaco Chamorro, y que me pongan con esos monstruos es muy lindo”, resalta.

Hoy Cafferata es sinónimo del Verde del Oeste y el experimentado defensor siente orgullo por ser profeta en su tierra. “El club creció de golpe y hoy es conocido en todos lados. Y para mí es un orgullo representar a esta institución del que soy hincha de Laferrere”, sostiene y redobla: “Representar al club de donde nací y crecí, en donde me conoce todo el mundo, es genial. Para mi familia y para mí Laferrere es nuestra casa”.

Son momentos en que los recuerdos afloran y en la charla con este suplemento, el Chino deja escapar sensaciones y rememora desde sus comienzos. Cafferata debutó contra Sarmiento, en Junín, en la Primera B, y fue derrota por 2-1. “Subí a Primera en el 97/98 por decisión de Carlitos Burba, y llegamos con el Negrito Raúl Nieva, Gallo y Elías Benedetto”, cuenta y asegura: “Eran tiempos del club en la quiebra, y por eso el debut, pese a que lo esperábamos, llegó en forma abrupta, pero fue de la mejor manera”, y apunta: “Nos agarró sin tanta preparación, hubo que aprender de golpe, de jugar con gente en las tribunas, algo a lo que no estábamos acostumbrados”.

El estandarte lleva una vida en Laferrere, a cuyos colores le ha sido fiel siempre.

“Hubo chances para irme pero el club estaba en quiebra y la jueza no habilitaba la salida de los jugadores, pese a que el club necesitaba que vendieran. De grande traté de estar en el lugar que uno conocía. Es que Lafe mejoró luego de levantar la quiebra, e irme cuando estaba bien después de vivir lo malo era justo disfrutar lo bueno. Y el tiempo pasó, me quedé y soy feliz”, cerró.

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MOMENTOS DE DISFRUTE Y DESAZÓN

La carrera del hombre récord del fútbol argentino se ha teñido de todo tipo imágenes, pero aquellas de vuelta olímpica se han ganado el Olimpo en la memoria y en el sentimiento de Ariel Cafferata.

“El campeonato fue la gran alegría y no se me va a borrar nunca”, rememora.

La referencia era para aquel equipo que dirigía Sergio Quiroga y que se consagró en 2002 en la cancha de Almagro al derrotar a Colegiales y así lograba el ascenso a la Primera B. “Salir campeón con el equipo de que uno es hincha no tiene comparación”, afirma.

El Chino era uno de los defensores de aquel equipo que dio el gusto de salir campeón y brindarle una alegría al mundo verde. Berza: Andrés Verón, Cafferata, Raúl Nieva, Pablo Nieva, Juan Domingo Ledesma, Adán Molina, Carlos Mechón Cáceres, el Toti Galeano, el Canario Jorge Blanco, Horacio Zaccardo, Marcelo Rufini, el Chama Gómez, el Oso Rearte, algunos de los nombres de aquel plantel que puso a Lafe en lo más alto.

El recuerdo de aquel equipo, de aquellos nombres y apellidos, va más allá de lo futbolístico, según el relato del zaguero.

“Ese grupo tenía una gran humildad y compañerismo, pero además se bancaba todo y seguía adelante”, apunta y recuerda: “Nos pagaban con bolsas de mercadería, porque en el club no había guita, pero sabíamos que no había alternativa para hacerle frente a la situación”.

En la adversidad, Lafe se hizo fuerte en ese 2002. “Nadie lo pensaba pero conseguimos una alegría muy linda”, sostiene y explica: “Habíamos tenido un mal torneo apertura pero en el clausura apareció el equipo y no dejó de sorprender a todos”.

SINSABOR

Asimismo, enumeró otras sensaciones. “Un golpe duro fue el descenso, pero es parte de la competencia, consecuencia de los malos manejos”, aclaró. Si de amigos se trata en esa lista están “Raúl Nieva, que es padrino del nene, y Daniel Saranzotti, padrino de la nena”, afirma Cafferata, quien marcó 20 goles, el último hasta el momento, ante Lamadrid, el día del homenaje por el récord.

Ariel no deja de lado a los entrenadores que pasaron por su vida, “de los que saqué lo mejor”, dice, y enumera a los que más marcas dejaron. “César Laraigneé, Claudio Negretti, Carlitos Burba que me enseñó mucho”, comentó.i

EL BAR EMBLEMA DE LA UNIÓN DE TODA LA FAMILIA

El Chino Cafferata, como la mayoría de los jugadores del Ascenso, debió trabajar para aportar en su hogar, más allá del fútbol. Así es que fue ayudante de albañil, ayudaba a su madre a vender ropa para sobrevivir o hasta se ganaba unos pesos en la quiniela con el objetivo de subsistir en la crisis. Pero poco a poco fue saliendo a flote con sacrificio y hoy también está detrás de una barra en el bar Cafferata. “Me pongo a pensar todo lo que hice y se valora, como el apoyo de los amigos”, sostiene.

Todos los días abre las puertas del bar de la calle Valentín Gómez 3169, entre avenida Luro y Andrade, Laferrere. Y el defensor del Verde está allí junto a su esposa, Viviana, trabajando codo a codo.

“Abrir el bar era un sueño que teníamos con mi señora y hoy por suerte está abierto y haberlo logrado es otra de las cosas muy gratas que me han dado felicidad, porque es el fruto del laburo de los dos durante mucho tiempo”, resume.

“Mi señora es la que inició este emprendimiento y la apoyé como ella lo hizo conmigo en el fútbol. Es que siempre estuvo a mi lado, en los peores momentos en que el club estaba mal económicamente. Y hoy pudimos abrir el bar, que es de ambiente familiar y por suerte la gente siempre vuelve”, cuenta.i

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