Son épocas difíciles, en las que la crisis golpea a todos. Pero los que menos tienen, los desposeídos, son quienes más sufren. El marco no es el mejor, lejos está de serlo por cierto, pero entre las piedras siempre suele crecer vida.
Así es que en La Matanza, el Comedor Los Lobitos, de Casanova, es uno de los tantos bastiones en los que se presenta batalla al hambre. Un grupo de vecinos se unió alguna vez para atender necesidades insatisfechas y hoy continúan firmes, levantando la voz avisando que, pese a la ayuda que reciben, siguen necesitando todavía más. Es que ‘”la cantidad de gente que viene al comedor ha crecido durante este año”, asegura Mauro Gutiérrez, uno de los jóvenes que da una mano en El Lazo 1.341, del barrio San Pedro.
“Teníamos unas 16 familias el año pasado, hoy ya son 22, con cinco a siete chicos cada una”, explica Isabel, una de las cocineras del comedor. “Son más de 50 personas por día las que comen”, agrega. En Los Lobitos el plato de comida se sirve al mediodía de lunes a viernes, mientras que el sábado se da la copa de leche por la tarde. “Hoy nos damos cuenta de que la cantidad de gente ha aumentado”, asegura Mauro, mientras que Carolina, otra de las mujeres que se calzan el delantal y dan una mano desde la cocina, apunta: “Hacemos 7,5 kilos de fideos con tuco y no alcanza porque nos cae gente de todos lados y a nadie se le dice que no”.
Isabel toma la posta y enumera las necesidades del comedor. “Alimentos es lo que más se necesita y sobre todo arroz y fideos”, afirma. Y continúa: “Los fideos que nos manda el municipio son tipo tallarines y como damos de comer todos los días queremos dar variedad y por eso necesitaríamos de otro tipo de fideos”. En tanto, Carolina agrega: “También hace falta carne, ya que la estiramos como chicle para ponerle a la comida todos los días” y apunta: “A veces hacemos milanesas pero tenemos que hacerlas chicas porque no alcanza para todos”. Y a esto Mauro le suma “la necesidad de mejorar el baño”.
Claro que ahora se viene el verano, pero la actividad seguirá, con el almuerzo y actividades de ocio y apoyo escolar, mientras que quizás en febrero podrían tener acceso a la colonia de vacaciones municipal.
El día en Los Lobitos arranca a las 8 de la mañana y se termina no antes de las 18 o 19. Allí se debaten día a día en la cocina, Isabel, Carolina, María, La Abuela (la madre de Carolina), Micaela, Mariana (hija de Isabel), Eva. “Ahora pasa que los chicos más grandes empiezan a dar una mano. Preguntan qué tienen que hacer y ayudan. Esto le hemos enseñado, porque en Los Lobitos tratamos de darles algo más que la comida”, expresa Isabel.
Y Mauro define: “Recibimos a todos, se haya anotado o no en Acción Social, porque no podemos dejar a nadie afuera y mucho es gracias a la ayuda del municipio y de mucha gente, como Darío y Nadia”.