Juan Enriquez, coordinador de la Unidad Ejecutora de Urbanización de Villas y Asentamientos, pondera la labor del ex intendente, a quien le adjudicó relevancia para su acercamiento a la política.

A un mes de su fallecimiento, la imagen de Alberto Balestrini se mantiene nítida en su familia, sus amigos, sus seguidores, en La Matanza, en donde inició su carrera política y en donde se convirtió en referente de muchos peronistas. Uno de ellos, Juan Enriquez, quien es el Coordinador de Unidad Ejecutora de Urbanización de Villas y Asentamientos de la región, caminó bajo la tutela del ex intendente, diputado y vicegobernador bonaerense. “Fue y seguirá siendo mi guía, mi maestro”, señala.

El protagonista habla y los recuerdos del estandarte se amontonan para salir. “Alberto me hablaba de gestión; me decía que si te falta algo, andá a buscarlo; Juan, gestionar es armar una base de algo. No lo verás al principio, pero luego te vas a dar cuenta”, rememora el dirigente social, y afirma: “El me dejó eso de ser solidario. Siempre la mano abierta, me decía. Cuando alguien aprendió lo que vos aprendiste, te deja el camino libre para aprender más. Aprendé y enseñá, me repetía siempre. Y eso fue clave porque todo lo que voy aprendiendo lo vuelco a quienes me rodean y trato de formar a otros y disfrutar cuando éstos hacen lo que hacías vos”.

El hombre, uno de los hacedores de la urbanización del barrio Almafuerte, conocido con Palito, subraya que el recordado referente del PJ matancero “guiaba, era muy incentivador”. “Llegabas mal, pero después de charlar con él, te hacía sentir que eras el más grande. Una de las cosas que más remarcaba era que cuando estés mal, no salgas. No hablés con la gente porque no podés llevarle desánimo. A la gente siempre le tenés que llevar esperanza”, sentenció.

Golpe

El 7 de abril de 2010 quedó clavado como una daga en el corazón de Juan y de todos los peronistas. Ese día el ACV dejaba al vicegobernador bonaerense casi fuera de combate. “Cuando le pasó esto me quedó marcado; sentí que se terminaba la expectativa y la esperanza en la política en La Matanza. Me quedé congelado”, recuerda Enriquez.

Mira hacia más atrás y aparecen sus primeras imágenes al lado de Balestrini. “Lo conocí en 1999 y desde ahí caminé al lado de él. En el 99’, cuando era candidato a intendente, fue a Villa Palito, yo vendía diarios, aunque ya lo había visto en el corralón 3 cuando iba a vender facturas y me dijo que iría al barrio”, apunta y señala: “Ese día que fue a Palito entró por el camino 22 y tomó el compromiso político y me pidió que organizara el barrio. Y ahí empezó la historia”.

Con el dolor intacto aún por la pérdida del dirigente, Enriquez, sin disimular su pasión por las enseñanzas que supo recibir de Balestrini, desparrama admiración y pasión al rememorar. “Alberto te contaba, no te enseñaba. Te daba muchos mensajes en cada charla que mantenías con él. Me decía que el negativo no puede ser líder y que cuando tenga tiempo comparta con la gente”, proclama y asegura: “Balestrini en La Matanza cada vez será más grande”.

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