Se produce a nivel del sistema nervioso y representa una de las formas más elementales de aprendizaje y nos permite enfocarnos eliminando las respuestas a elementos irrelevantes del medio

Imaginemos que estamos en nuestro trabajo y la computadora empieza a hacer un ruido persistente. Al principio nos va a resultar molesto, pero luego de un tiempo probablemente nos va dejar de fastidiar porque nos vamos a acostumbrar al ruido.

De alguna manera, lo dejamos de percibir. Esto es así porque los seres humanos compartimos con el resto de los animales la capacidad de adaptarnos a los cambios que van ocurriendo a nuestro alrededor. Y uno de los mecanismos que lo permite es la “habituación”, es decir, la disminución de una respuesta ante la presencia repetida de un determinado estímulo.

La habituación representa una de las formas más elementales de aprendizaje. Nos damos cuenta de que un estímulo no es importante porque no tiene consecuencias que necesiten consideración, entonces asimilamos ese estímulo. Así, nos permite enfocarnos eliminando las respuestas a elementos irrelevantes del medio.

Se produce a nivel del sistema nervioso y se observa en reflejos simples como la transpiración, la contracción muscular y en la actividad de grupos de neuronas. Se diferencia de la adaptación sensorial, que solo depende de los sentidos como, por ejemplo, cuando disminuye nuestra visión frente a luces intensas.

Una de las características principales de la habituación se relaciona con la intensidad de los estímulos. Cuanto menos intenso es el estímulo (por ejemplo, el ruido del aire acondicionado), más rápido nos acostumbramos. Pero si la intensidad del estímulo es demasiada, es posible que nunca se genere la habituación (por ejemplo, un dolor de muelas).

Otro aspecto consiste en que si luego de la habituación, el estímulo deja de producirse, la respuesta se recupera al menos en forma parcial cuando reaparece (cuando se prende el aire acondicionado después de haberse apagado, lo volvemos a percibir). También podemos mencionar que si la recuperación de la respuesta espontánea sucede repetidas veces, se potencia el proceso de habituación y se realiza más rápidamente.

Diversos estudios han desarrollado investigaciones sobre el mecanismo de habituación a nivel psicológico. En este campo se conoce como “efecto de habituación” a los cambios en el estado de ánimo producto de la acción compensadora que genera nuestro organismo para recuperar cierto equilibrio frente a novedades que ocurren en el contexto. Podemos así volver a sentirnos cómodos hasta reaccionar nuevamente cuando sucedan cambios significativos.

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