¿Cuáles son los caminos para lograr transformar una determinada realidad en otra mejor? Ya sea que estemos hablando de lograr la cura para un resfrío, que deje de pasar la humedad dentro de una casa, que dos pueblos separados por un río puedan integrarse a través de un puente, o que pueda generarse una red con todas las computadoras del mundo y eso permita un flujo de información sin precedentes. Sin dudas, los principales impulsores para que algo cambie son la necesidad y el deseo. Pero también existe una cuestión más compleja: el camino para conseguirlo.
Para esto, la ciencia, que constituye una de las principales cualidades que definen al ser humano, nos aporta una metáfora. A veces olvidamos cómo las innovaciones científicas han transformado nuestras vidas. En general, vivimos más que las generaciones anteriores, tenemos acceso a una gran variedad de alimentos y otros bienes, podemos viajar con rapidez por todo el mundo, disponemos de una gran diversidad de aparatos electrónicos para el trabajo y para el tiempo libre.
La ciencia suele ser noticia por el logro de estos u otros resultados sorprendentes. Pero, en realidad, la cualidad verdaderamente distintiva son sus métodos. Tiene una manera de preguntar y responder a partir de algunos pasos necesarios: formular la cuestión; revisar lo investigado previamente; elaborar una nueva hipótesis; probarla; analizar los datos; llegar a una conclusión; y, por último, comunicar los resultados.
La pasión es un componente muy importante en la búsqueda y la construcción de conocimiento. Toda investigación o descubrimiento científico parte de un motor alimentado por las ganas, por el compromiso con lo que se hace y por lo que se intenta lograr, por la fuerza, el entusiasmo y el sacrificio.
Por otro lado, cuando pensamos los descubrimientos científicos, tendemos a imaginar un genio individual, como Einstein o Newton. Sin embargo, el desarrollo científico es producto del trabajo de equipo y no de arrebatos personales y personalistas. Otra de las claves del desarrollo científico es que ningún trabajo arranca “desde cero” si no que siempre parte de conocimientos previos; potenciando sus aciertos y corrigiendo sus errores, lo que permite arribar a conclusiones nuevas y más satisfactorias.
La ciencia posibilita que las personas y las sociedades puedan vivir mejor. El pensamiento científico es un rasgo que nos hace más humanos y nos sirve de modelo para el desarrollo personal y social en muchos campos, más allá del estrictamente científico. Es una extraordinaria metáfora que da cuenta de un camino posible para afrontar -entre todos- grandes desafíos como la construcción de una sociedad argentina integrada, igualitaria y desarrollada.
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