El Presidente siguió desde Chapadmalal todos los avatares del River-Boca que no fue y canalizó con sus allegados su desilusión; La estrategia de la Rosada ante el bochorno

Ante sus íntimos, el Presidente Mauricio Macri expresó su desazón por el fracaso del operativo de seguridad que terminó con el micro de Boca apedreado por barras de River pero no pidió ‘la cabeza’ de ningún funcionario. A 5 días del inicio de la cumbre de líderes del G20, la estrategia de la Casa Rosada fue deslindar responsabilidades y cargar las culpas en la Policía porteña y la cartera que conduce Martín Ocampo, quien fue respaldado por el alcalde Horacio Rodríguez Larreta.

Más allá de esta estratagema, el bochorno del fin de semana que incluyó sendas postergaciones de la Superfinal de América volvió a poner de manifiesto las diferencias ‘filosóficas’ entre las carteras de Seguridad que conducen Patricia Bullrich, en Nación, y Ocampo -de fuerte vinculación con el radicalismo porteño y el titular xeneixe Daniel Angelici-.

Desde la Residencia de Chapadmalal, adonde se trasladó con su familia para un fin de semana de descanso, el Presidente siguió las alternativas del frustrado encuentro. Un allegado cercano al primer mandatario confió que Mauricio Macri no dio la orden de reforzar ayer el apoyo a la Ciudad para que se pudiera jugar el partido sin los incidentes del día anterior. ‘No correspondía: el operativo se circunscribía a Ciudad, con eventual complemento de fuerzas federales”, dijo ante la consulta de este medio.

Otras fuentes gubernamentales sostenían que la cartera de Bullrich no diagramó el plan preventivo. “Fue todo de Ciudad”, azuzaron. La ministra eligió el silencio en medio del escándalo: a pocos días del G20 se intentó deslindar responsabilidades en el gobierno porteño para no opacar el operativo de 22 mil efectivos previsto desde el próximo jueves en Buenos Aires.

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Efectivamente el procedimiento para el superclásico estuvo a cargo de la Policía de la Ciudad con colaboración de Gendarmería y Prefectura para no descuidar la seguridad en otros barrios.

Antes que la Conmebol confirmara la nueva suspensión del partido, Rodríguez Larreta salió a dar la cara en una rueda de prensa y admitir ‘fallas’ en el operativo. Y también bancó a Ocampo quien desde el sábado venía siendo blanco de ataques subterráneos de funcionarios nacionales por su responsabilidad en el frustradoprocedimiento.

Cerca del titular de seguridad porteño admitieron fallas en el anillo de seguridad 3 y que por eso hay en marcha una investigación de la ex asuntos internos, ahora en manos de pesquisas civiles, para desentrañar qué fallo. Rechazaron que haya habido zona liberada, pero no reconocieron errores al utilizar “el mismo recorrido” que utilizan los micros de equipos visitantes cuando visitan el Monumental.

Fuentes porteñas indicaron que casualmente fue la Prefectura quien disparó gases a mansalva en el anillo 3. “Pero nosotros nos hacemos cargo, no vamos a devolver la tierra que nos están tirando desde Nación. En el G20 va a ser al revés: ellos estarán a cargo y nosotros colaboraremos”, argumentaron.

‘”Ocampo no le va a contestar a Patricia, tienen dos estilos diferentes”, remarcaron cerca del calvo funcionario.

Las diferencias en la conducción de la Seguridad, en verdad, se perciben desde diciembre de 2015 cuando ambos asumieron sus cargos: en Ciudad se resisten a aplicar ‘la mano dura’ que pretende Bullrich para tratar los piquetes y las manifestaciones callejeras. En este sentido, las fuentes consultadas recordaban las diferencias entre los 2 operativos desplegados el 17 de diciembre de 2017 cuando el debate por la reforma previsional disparó un polvorín en las afueras del Congreso. “El primero estuvo a cargo de Nación y terminó con manifestantes heridos. En el segundo estuvo la Policía de la Ciudad con 80 efectivos heridos, uno hace unos días recién pudo recuperarse de una lesión ocular. La Policía aguantó para evitar una masacre”, recordaron.

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