Los cuerpos sin vida de Yoshiko Kunakuza, de 73 años, y su vecino Martín Quiroga, de 50, fueron encontrados en una casa de la calle Cariboni al 2100, de Florencio Varela. Se investiga, entre otras hipótesis, si los asesinaron para robarles.

Los cadáveres maniatados, parcialmente calcinados y golpeados de una jubilada de nacionalidad japonesa y de un vecino suyo fueron encontrados ayer en una casa de la localidad bonaerense de Florencio Varela y informaron fuentes judiciales y policiales.

Una de las pistas que manejan los investigadores apunta a que quien cometió el doble crimen conocía a la mujer, propietaria de la vivienda donde se hallaron los cuerpos y en la que, a su vez, se realizaban ritos budistas a los que concurrían numerosas personas.

Las fuentes informaron que el hecho fue descubierto durante el mediodía, en una casa de dos plantas situada en la calle Cariboni al 2100, de Florencio Varela, en la zona sur del conurbano, donde residía Yoshiko Kunakuza (73), quien se encontraba junto a la otra víctima, un vecino argentino identificado como Martín Quiroga (50).


La mujer vivía sola

De acuerdo a los voceros, dos sobrinos de la mujer comentaron que ésta actualmente vivía sola ya que su esposo había viajado a Japón, donde residen los hijos del matrimonio, para tratarse un problema de salud y que tenía previsto regresar a nuestro país dentro de seis meses.

Según las fuentes, la mujer cobraba la jubilación de su esposo y al mismo tiempo alquilaba a un herrero uno de los dos locales comerciales ubicados a lados de la vivienda.

Este herrero fue quien cerca de las 12 de ayer llegó al lugar y le resultó sospechoso que las puertas del frente del terreno y de la casa estuvieran abiertas, por lo que ingresó al inmueble y en el dormitorio matrimonial encontró sobre la cama los cuerpos de las dos víctimas, por lo que llamó a la Policía.

Cuando los peritos policiales arribaron al lugar constataron que los cuerpos estaban maniatados con telas, calcinados desde la cintura para arriba y mientras Quiroga presentaba signos de haber sido golpeado previamente, la jubilada tenía un trapo en la cara que podría haberla sofocado, dijeron los informantes.

Para los peritos, la presencia del trapo y los golpes podrían ser signos de que las víctimas fueron torturadas mientras estaban maniatadas y antes de ser prendidas fuego, explicó una fuente de la investigación.

En ese sentido, los pesquisas aguardaban los resultados preliminares de las autopsias a los dos cuerpos para determinar tanto la mecánica como la data de la muerte. "Hubo una combustión incompleta, probablemente debido a que la casa estaba toda cerrada y el fuego se apagó por falta de oxígeno", indicó el pesquisa.


Un asiduo concurrente

Según las fuentes, Quiroga, quien vivía en el mismo barrio que la jubilada, solía concurrir a la casa de ella por la tarde, al concluir su jornada laboral en la Capital Federal, y permanecía allí hasta la noche, aunque a veces también pasaba a la mañana temprano para apagar las luces.

"La ayudaba con algunos trámites, como ir a cobrarle la jubilación", explicó un vocero judicial que indicó que los peritos no advirtieron que los ingresos a la casa hayan sido violentados, lo que abonaría la hipótesis de que las víctimas conocían a quien cometió el doble asesinato y le permitió pasar.

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