Se trata del sacerdote Juan José Urrutia, quien fue sentenciado por un hecho ocurrido en 2010. Según el veredicto, el presbítero "abusó sexualmente de él luego de haberle convidado cerveza".

La justicia de Río Negro condenó este martes a 8 años de prisión al sacerdote católico Juan José Urrutia, por el abuso sexual contra un chico de 14 años en una iglesia de la ciudad de Allen.

Urrutia fue condenado por un hecho ocurrido en 2010, que la familia del adolescente denunció en 2014 ante la Justicia.

El tribunal de la Cámara Tercera del Crimen, integrado por los jueces Fernando Sánchez Freytes, Laura Pérez y Natalia González, condenó al cura por los delitos de “abuso sexual con acceso carnal por aprovechamiento de la inmadurez sexual de la víctima y agravada por su condición de ministro de un culto religioso reconocido”.

En su veredicto, los jueces sostuvieron que el imputado, “en su condición de presbítero, confesor y asesor espiritual” de la víctima y valiéndose de la presencia autorizada del menor en el lugar, “abusó sexualmente de él luego de haberle convidado cerveza”.

“Los abusos fueron cometidos aprovechándose de su condición pastoral y de la inmadurez sexual de la víctima, razones todas por las que ésta no pudo consentir libremente la acción”, remarcaron.

Para fijar la pena se valoró como agravantes “su edad, su educación, el lugar (parroquia), la hora (madrugada/noche)” y “el haber convidado alcohol al menor de edad de manera previa para ejecutar el delito”.

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La víctima, que ahora tiene 21 años, radicó la denuncia penal cuatro años después del abuso, tras alcanzar la mayoría de edad.

Previo a eso el sacerdote ya había sido “suspendido del ejercicio ministerial público en la Diócesis” rionegrina, en virtud de una sanción canónica derivada de otro hecho “por la realización de actos impúdicos consentidos”, según se acreditó en el juicio con la declaración testimonial que brindó por escrito el obispo Marcelo Cuenca.

Entre las pruebas ofrecidas por la Fiscalía y valoradas por el Tribunal están los informes psicológicos que sostienen la credibilidad del testimonio del denunciante y el informe de la Oficina de Atención a la Víctima (Ofavi), que resaltó la “necesidad de justicia para que esto no le pase a otros chicos” expresada por el joven.

El hecho -según la requisitoria de elevación a juicio- ocurrió en la localidad valletana de Allen, cuando el religioso desarrollaba una tarea con jóvenes de la iglesia Santa Catalina.

Un año después, de manera intempestiva y sin dar explicaciones, la Diócesis del Alto Valle decidió retirar al religioso, lo que sorprendió a feligresía de esa iglesia.

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