Sin dudas, me da mucha bronca, pero también una profunda tristeza. Sabemos que la Justicia es así, que actúa de esa manera. Nos quiere quebrados, pero eso no va a pasar, porque nos fortalecemos en la lucha. Y vamos por todos los hijos que nos arrebataron o arruinaron sus vidas, al ser víctimas de casos de gatillo fácil, de esta violencia institucional que sufren los pibes. Tarde o temprano, los culpables serán condenados”.
Carolina Vila, la madre de Lucas Cabello, el joven que quedó cuadripléjico al ser baleado por el ex agente de la Policía Metropolitana, Ricardo Ayala, en noviembre de 2015 frente a su domicilio del barrio porteño de La Boca, no sale del estupor al enterarse de la segunda postergación del juicio. Ese debate que debía empezar mañana, luego del sorpresivo aplazamiento que tuvo en el pasado mes de febrero y con un argumento que se repite, con la simple explicación a las partes, relacionadas con la demora del Tribunal en dar por finalizado otros procesos en desarrollo.
“Razones de agenda” se esgrime desde el Tribunal Oral Criminal Nro. 1 para que el juicio por el “intento de homicidio” en perjuicio de Lucas Cabello sufriera la segunda dilación consecutiva, mientras organizaciones poliíticas, sociales y barriales de La Boca preparaban una movilización hacia el Palacio de Justicia de Talcahuano 550 para acompañar a la familia del joven (quien padece lesiones irreserversibles) y denunciar lo sucedido durante todo este tiempo, en el que se registró una suerte de encubrimiento hacia el ex metropolicía Ayala, quien resultara excarcelado.
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Tal como ocurriera un par de meses atrás, a pocas horas del inicio del debate, “llega la notificación de la suspensión, sin que todavía se fije nueva fecha y esto representa otro atropello. Llevamos más de tres años esperando por este juicio, para que todos sepan la verdad, que esto fue un intento de asesinato, aplicado como práctica de gatillo fácil por parte de las fuerzas de seguridad. Una hecho inadmisible de violencia institucional”, manifestó Carolina Vila.
Cabe recordar que Lucas Cabello salió de su casa de Martín Rodríguez al 500 de La Boca, en aquel 9 de noviembre de 2015 para ir a comprar a una panadería, pero apenas piso la vereda se topó con el agente Ricardo Ayala, quien cumplía funciones de vigilancia como efectivo de la entonces Policía Metropolitana y tras un cruce de miradas, más algunas palabras, el joven recibió tres balazos, aún ya estando tirado en el piso.
La víctima fue llevada de urgencia al Hospital Argerich, logró sobrevivir casi milagrosamente, aunque uno de los proyectiles le afectó la médula ósea, quedando cuadripléjico, entre otras lesiones de los que todavía no pudo recuperarse. En tanto, Ayala recibía una suerte de aval de sus superiores operativos, también de las autoridades políticas del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, pero luego todas las pericias y pruebas terminaron por incriminar al uniformado.
En principio, el juez de Instrucción Osvaldo Rappa relativizó la imputación e inclusive caratuló la causa con un “exceso de legítima defensa”, al referirse al accionar del policía, quien, de todas maneras, estuvo detenido hasta resultar excarcelado. Y si bien llega libre al juicio, debe afrontar los cargos por el delito de “tentativa de homicidio agravada”, tras las presentaciones efectuadas por los abogados querellantes Gabriela Carpineti y Nahuel Berguier, que recibieron el aval de la Cámara de Apelaciones.
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