“Estoy en San José 1111, firme y tranquila. Eso sí, con prohibición de salir al balcón, menos mal que no tengo macetas porque no las podría regar…”, asegurò la expresidente en un mensaje grabado difundido en la Plaza de Mayo.
Cristina Fernández de Kirchner comenzó a cumplir prisión domiciliaria tras la ratificación de su condena por corrupción. Mientras permanece en su departamento de Constitución, el kirchnerismo movilizó miles de personas en Plaza de Mayo. La expresidenta grabó un mensaje dirigido a sus seguidores: “No van a poder encerrar a todo el pueblo argentino”.
La imagen fue inusual pero no sorpresiva: la expresidenta de la Nación, comenzó este martes a cumplir su condena a seis años de prisión por corrupción, bajo la modalidad de arresto domiciliario. En su departamento de San José 1111, Cristina recibió la notificación de la Corte Suprema que dejó firme el fallo por administración fraudulenta en la causa Vialidad, lo que la inhabilita de por vida para ejercer cargos públicos.
El Tribunal Oral Federal 2 dispuso que la pena se cumpla bajo arresto domiciliario, con tobillera electrónica y visitas restringidas, debido a su edad (72 años) y por razones de seguridad, tomando en cuenta el atentado que sufrió en septiembre de 2022, cuando intentaron matarla. La resolución judicial contempló también su condición de dos veces presidenta y actual referente política de un amplio sector de la oposición.
Mientras tanto, en la calle, el kirchnerismo respondió con lo que mejor sabe hacer: ocupar el espacio público y convertir la defensa en bandera. Una multitud se concentró el miércoles en Plaza de Mayo para respaldar a su líder. El acto, convocado por el Partido Justicialista, gobernadores peronistas, La Cámpora, organizaciones sociales y sindicales de base, fue una muestra del poder territorial que aún conserva el kirchnerismo duro.
La CGT, en cambio, se mantuvo al margen institucionalmente, aunque algunos de sus referentes participaron de modo individual. A última hora del martes se resolvió que no habría movilización a Comodoro Py, como se había previsto inicialmente. Ocurre que como Cristina Kirchner fue notificada por zoom de su arresto domiciliario, no tuvo que concurrir a los tribunales, lo que obligo a los dirigentes de su partido a recalcular el destino de la movilización.
El acto en Plaza de Mayo incluyó un escenario montado frente a la Casa Rosada y fue transmitido en directo por redes sociales y canales de televisión. Los miles de asistentes — los números van desde 35.000 a 200.000— cantaron el himno nacional y la marcha peronista. Y de repente, escucharon la voz de Cristina Kirchner.
El audio, breve pero cargado de contenido político, fue recibido con aplausos y lágrimas. “Estoy en San José 1111, firme y tranquila. Eso sí, con prohibición de salir al balcón, menos mal que no tengo macetas porque no las podría regar… ¡qué cachivaches que son! ”, comenzó diciendo la ex presidente, con ironía.
“No sé qué me depara el futuro inmediato, no tengo una bola de cristal, pero ya he pasado por una dictadura que desapareció a 30.000 argentinas y argentinos, múltiples intentos de saquear el país y vi el enorme sacrificio de Néstor para construir aquella década gana. Vamos a volver y, además, vamos a volver con más sabiduría, con más fuerza", subrayó. Y finalizó su discurso asegurando: "Desde donde me toque estar, desde la trinchera que sea, voy a seguir haciendo todo lo que sea para seguir estando ahí junto a ustedes".
La estrategia discursiva de Cristina Kirchner combinó su estilo habitual —desafiante, coloquial, afectivo— con una apelación simbólica al martirio político. Se colocó en el centro de una narrativa que asocia su condena con la persecución judicial, el lawfare y la proscripción, al tiempo que alentó a sus bases a mantener la movilización sin violencia.
La detención de Cristina Kirchner ocurre en un momento en que el oficialismo libertario busca consolidar su plan económico de ajuste y desregulación, mientras los sectores populares acusan el golpe del aumento de tarifas, la caída del salario real y la reducción del gasto social. La Plaza de Mayo, sitio de tantas batallas políticas, volvió a ser el centro de la escena: allí confluyeron las columnas que reclaman no sólo por la situación judicial de su líder, sino por un modelo de país que sienten en retirada.
Para el kirchnerismo, la condena y el encierro de su jefa política son también una oportunidad: la posibilidad de reagruparse, unificarse y proyectarse hacia el futuro. El “vamos a volver” no es una consigna vacía, sino una apuesta a reconstituir el capital político que la expresidenta, incluso desde su encierro, aún conserva.
Y en el centro de ese operativo simbólico, Cristina vuelve a ocupar el lugar que el peronismo le reserva a sus mártires: el de una figura en disputa permanente, que aunque esté encerrada en su casa, ayer estuvo en la calle.