Una épica en medio de la crisis | Por Gustavo Marangoni, analista político

Esto comenzó el 1ro de julio con la renuncia de Martín Guzmán. A partir de ese momento la suerte del presidente empezó a estar completamente comprometida. Su intento de resistir un cambio integral de gobierno reemplazando a Guzmán por Batakis, duró solo 23 días. Finalmente se impuso no solo la voluntad de la vicepresidenta y de Sergio Massa, sino también la de gobernadores que le estaban reclamando un giro más copernicano. Y ese giro copernicano se tradujo en la lateralización de la figura presidencial, en el empoderamiento de Massa como ministro y en la conducción política, ahora si absolutamente no discutida dentro del FdT, de Cristina Fernández.

Así que tenemos el hecho de la renuncia, la asunción de Massa y la conducción de Cristina. Pero a esta conducción le faltaba un elemento adicional que era la épica. Y a eso es lo que le vino a aportar involuntariamente el alegato del fiscal Luciani. Con su actuación, con su tono, con sus énfasis, con el carácter de la acusación, con los ecos que generó en los medios de comunicación y en una parte de la sociedad civil, Cristina vio la oportunidad de darse a ella misma y a los militantes una épica que no le podía dar el ajuste de Massa. Y esa épica pasa por destacar lo que ella considera son sus doce años de gobierno, los mejores (los 8 de ella y los 4 de Néstor Kirchner) de las últimas décadas. Parada ahí, combatiendo contra el lawfare, contra los poderes concentrados económicos, los medios hegemónicos, se siente mucho más a gusto que teniendo que argumentar a favor de la actual instancia económica. De hecho, ella reivindica los 12 años: de estos últimos 3 años no hay mención alguna.

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Creo que ese acontecimiento y todo lo que se generó en los últimos días a partir de lo que sucede en Juncal y Uruguay y los episodios del fin de semana pasado, etc., convalidan que ahora se han invertido los roles. El oficialismo se ha ordenado y la oposición se manifiesta más desorganizada. En parte por problemas que venían de antes. Recordemos las declaraciones de Carrió contra otros integrantes de la coalición, y ahora por las que se le agregan a partir de cómo encarar a Cristina Fernández. Y allí hay diferencias entre el ala de Macri y Bullrich respecto de la de Larreta, que han quedado evidenciadas explícitamente. Y evidentemente Cristina se siente más dueña de la situación que unos meses atrás cuando tenía que dedicarse a ver cómo desplazaba a un ministro de Economía que había venido de Estados Unidos, sin demasiado respaldo en Argentina y que le complicaba la meta política que había establecido. Ahora está más a gusto en este escenario político de nuevo antagonizado.

La participación del martes -diría provocando explícita y racionalmente a Bullrich, buscando elegir al adversario que es la decisión más política que pueda hacer un dirigente: elegir con quién quiere confrontar- señala que Cristina ha ganado oxígeno. Cuánto durará esto? Dependerá de la evolución de la economía, de la capacidad que tenga Massa de estabilizar el frente financiero. Concretamente de conseguir los dólares que robustezcan al Banco Central. Si dentro de un mes más o menos esa situación no se resuelve, entonces la agenda del dólar volverá al centro de la escena. Si el ministro lo consigue y logra al menos atenuar el estrés económico, entonces Cristina seguirá con el itinerario que ha comenzado a trazar en este último trimestre.