Un estudio en adultos mayores de 60 años mostró que combinar la dieta mediterránea con ayuno intermitente ofrece mayores beneficios que seguir solo la dieta.
Un reciente estudio puso bajo la lupa dos de las estrategias más populares para perder peso y mejorar la salud: el ayuno intermitente y la dieta mediterránea. Los investigadores analizaron a adultos mayores de 60 años, un grupo en el que la obesidad y los problemas metabólicos suelen ser más frecuentes.
Los resultados fueron claros. Quienes combinaron la dieta mediterránea con periodos de ayuno intermitente lograron mayores reducciones en su índice de masa corporal, perímetro de cintura y cadera, además de mejoras en la presión arterial y en los niveles de glucosa en ayunas. En contraste, aquellos que solo siguieron la dieta mediterránea mostraron avances más modestos, limitados principalmente al control de la presión.
Pero el dato más revelador del estudio no estuvo solo en la balanza, sino en la constancia. Mientras que apenas el 20 % de los participantes afirmó que podría mantener el ayuno intermitente a largo plazo, el 100 % de quienes siguieron únicamente la dieta mediterránea aseguró que continuaría con ella.
La dieta mediterránea se basa en el consumo de frutas, verduras, aceite de oliva, frutos secos, cereales integrales y pescado como principal fuente de proteína. Es reconocida por sus efectos positivos sobre la salud cardiovascular y la longevidad.
En cambio, el ayuno intermitente no se centra en qué comer, sino en cuándo: los protocolos más comunes establecen ayunos de 12 a 16 horas, que ayudan al organismo a activar procesos de quema de grasa y reparación celular.
En conclusión, los especialistas destacan que la combinación de ambas prácticas ofrece los mayores beneficios. Sin embargo, la clave está en la constancia: de poco sirve un plan perfecto si no puede sostenerse en el tiempo.
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