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Los avances tecnológicos contribuyen a que podamos desarrollar diferentes actividades con mayor rapidez y agilidad. Por su parte, la tecnología aplicada a la medicina no solo ayuda a la prevención y detección temprana de enfermedades, sino que puede representar una verdadera transformación de la calidad de vida de las personas. Esto le sucedió a Jan Scheuermann, cuya parálisis le impide mover desde el cuello hasta los pies. Gracias a una interfaz cerebro-máquina logró comer una barra de chocolate al accionar un brazo robótico con su pensamiento.

Se trata de una nueva tecnología que permite que personas con distintos grados de inmovilidad puedan accionar mecanismos robóticos a partir de dispositivos que decodifican sus pensamientos. Para la mayoría de las personas, alcanzar un objeto y agarrarlo no requiere esfuerzo. Sin embargo, esos simples movimientos son guiados por un complejo patrón de actividad cerebral. Redes de neuronas trabajan coordinadamente para planificar, ejecutar y revisar nuestros más mínimos movimientos. Por ejemplo, cuando tomamos un vaso, apretamos la tecla “enviar” en nuestra casilla de correo electrónico, pasamos la hoja de este diario o realizamos cualquier otra actividad motora, nuestras neuronas se comunican entre sí y producen determinados patrones de actividad eléctrica correspondientes a cada tarea.

A Jan Scheuermann se le colocaron electrodos en contacto directo con las áreas del cerebro que normalmente controlan los movimientos de su brazo y mano derecha. Estos electrodos registraron la actividad eléctrica que se produjo específicamente en las áreas relacionadas con el movimiento de su brazo. Luego, esta información fue transportada hacia una computadora especialmente preparada para aplicar una serie de algoritmos específicos que tradujeran la actividad eléctrica generada en comandos o instrucciones capaces de controlar el brazo artificial. De este modo, Jan pensó en mover la mano mecánica y esta siguió sus órdenes.

Existen otras tecnologías que son menos invasivas y pueden registrar la actividad eléctrica mediante una serie de electrodos colocados sobre el cuero cabelludo. A pesar de que hasta ahora no permiten lograr avances tan impresionantes como el de Jan, su implementación es mucho más sencilla. Este tipo de dispositivos posibilita que personas con discapacidades motoras, pero con un cerebro preservado, puedan utilizar sus pensamientos para realizar movimientos simples en sillas de ruedas, hacer uso de dispositivos hogareños (como prender luces o levantar cortinas de las ventanas) o usar una computadora. Como vemos, estos avances representan una luz de esperanza para personas que han quedado atrapadas en su cuerpo debido a lesiones neurológicas. Son desarrollos que abren un camino hacia una vida mejor.

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