La anécdota, graciosa por cierto, ocurrió en Chile, en un partido por el campeonato local de 1993. Todo comenzó cuando, en el estadio Naval Talcahuano, el local Concepción, se enfrentó con su similar de Palestino.
El desarrollo del partido era parejo. Mucho juego ofensivo de los dos equipos, en un ida y vuelta muy atractivo para el público asistente. Lo que no era atractivo para el técnico visitante, Sacha Mitjaew, era el accionar de su centrodelantero de Palestino, el que era siempre eficaz, Carlín Sosa. Fallaba en todas las pelotas que tocaba. Cada vez que recibía el balón, se resbalaba o caía aparatosamente, pese a que el césped no estaba mojado, sino que en impecable condiciones.
Como su goleador se equivocaba sistemáticamente, el entrenador quiso saber qué extraña circunstancia le ocurría. Entonces, echó mano a un mensajero que, al menos, lo tenía cerca de la línea de cal: el wing izquierdo, Eduardo Ovalle. Ahí se vio que Ovalle comenzó a perseguir con la mirada, bien de cerca, a los pies de Sosa. Y en vez de ir a preguntarle directamente a su compañero, regresó rápidamente a la línea de cal, donde lo esperaba el DT, y le comentó: “Son Adidas profe...”. ¡Mitjaew lo quería matar!
Por Oscar Lemos
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