Lo peor de aquellas noches de copa de los años 60 y 70, se volvió a reeditar este miércoles en Chile, en el partido que derivó en la clasificación de San Lorenzo a una nueva fase de la Sudamericana.
Lo que se dio en el partido de ida, con el 3 a 0 a favor del Ciclón, por la mala inclusión del arquero Leandro Requena, cuando en realidad los chilenos se habían impuesto por dos a uno, generó un clima muy espeso, un caldo de cultivo muy especial.
Que se dio apenas llegó el equipo de Biaggio al país vecino, rompiendo vidrios del micro que transportaba a la delegación, siguió en el campo de juego, con distintas agresiones (el arquero Nicolás Navarro recibió un proyectil en la espalda) y continuó luego del encuentro, con una agresión en donde el preparador físico de San Lorenzo Gonzalo Borean terminó con el pómulo izquierdo cortado y luego, con una práctica que parecía desterrada, como el corte del suministro de agua en el vestuario visitante.
Luego del encuentro, el arquero Nicolás Navarro reconoció que: “no hicimos un buen partido”, aunque enseguida puntualizó que:
“No tuvimos nada que ver con el fallo. Me cagaron (sic) a piedrazos todo el partido casi le sacan un ojo al profe. Pasamos nosotros por una ayuda de un fallo, pero ellos se dan de ejemplo y no son ningún ejemplo no había ningún policía detrás del arco”.
Luego y ya elevando el sereno tono de voz con que había iniciado la rueda de prensa, el arquero puntualizó que: “no tuvimos lugar para entrenar y hasta querían cancelar la reserva de hotel. Creo que si una delegación extranjera viene a nuestro país, estas cosas no pasarían” en una insólita conferencia en donde hasta hubo periodistas que se rieron.
“Debemos mejorar para seguir pasando. Ahora debemos pensar en Lanús y Nacional” añadió, a la hora de hablar de fútbol”.
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