Los actores cuentan cómo fue el difícil proceso de conocerse -incluso con algunos choques que ganaron la prensa-, para luego admirarse y entregar en escena una obra pulida de gran intensidad emocional.

La crisis teatral se instaló en Calle Corrientes. Sin embargo, los últimos estrenaron apostaron a elevar el nivel de la ficción sobre las tablas. Y de la mano de Araceli González (49) y Facundo Arana (44) se estrenó Los puentes de Madison, en el Paseo La Plaza, en una pieza que promete convocar cantidad de espectadores.

“Lo que se cuenta en este libro es algo a lo que nadie puede escaparse, sea el año que sea. Ese sentir, ese enamorarse, esa cosa mágica que los dos protagonistas vivieron. El sufrimiento de cada uno de los personajes, de sus hijos, del marido de ella. Son historia que, mostrándosela a mi hijo que hoy tiene dieciocho años, la vive con esa misma intensidad que, quizá, lo vivimos nosotros con quince años atrás. Por suerte, eso no se perdió, más allá de todo el avance de todo tipo que hubo. Está el público que viene porque ama a la película. Y están los jóvenes que no lo vieron y que va a ser una sorpresa para ellos. Cada uno, desde su butaca, se siente identificado con cada uno de los cinco que estamos arriba del escenario”, arrancó contando la actriz.

“Somos cinco actores arriba del escenario que una vez que nos subimos, ya no nos bajamos más. Hay mucho que se cuenta simultáneamente. Es un trabajo de relojería, en velocidad muy interesante. Y de una intensidad emocional inenarrable. Es muy movilizante para nosotros como artistas encarar eso, como personas. Nos pegó por todos lados pero estoy tremendamente orgulloso del camino recorrido y de lo que nos quedamos por recorrer. Veo que hacia donde vamos me copa, me gusta mucho. Es un proceso que, incluso, después del estreno, se siguió trabajando. El director fue a ver algunas funciones, tomó nota, ajustamos algunas partecitas. Nos vamos cansados a casa de la búsqueda de teatro”, agregó el artista.

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Personaje que duele

"Le digo al director que Franchesca, mi personaje, duele. Y me responde que si, que duele", comentó Araceli.

“Es una obra que está pensada para gente que tiene ganas de que le cuenten una historia. Es muy loco cuando tenés el tiempo de reflexionar sobre lo que has visto o leído. ¿Pero realmente interpretaste lo que leíste? Los ensayos parecían clases de teatro, lo digo por lo magistral”, apunto el papá de tres hijos.

“Un día no podíamos hacer una escena, y el director nos puso a hacer ejercicios de teatro”, reconoció Ara.

"Es lo que soñábamos hacer cuando arrancamos con este oficio", sumó Facu.

“Y el director está agradecido de que le permitamos hacer ejercicios. Hay veces que los actores no tienen ganas de hacer ejercicios. Pero para nosotros fue algo muy importante. Y nos empezamos a conocer todo. Y está bueno porque se develan cosas divinas de cada uno y no, y eso también está bueno”, se sinceró González.

No es blanquear dificultades, miserias o diferencias. Sencillamente es sentarse y mirarse con verdad. Cuando uno se sienta y se mira con verdad, no siempre está de acuerdo. Sencillamente, a veces los autos chocan. Y seguimos trabajando”, reveló el rubio. “El no conocerse hace que uno tenga que conocerse. Y cuando uno se conoce, es como una pareja. Planteás lo que te gusta, lo que no te gusta. Eso es parte de un trabajo que ameritó esta obra de teatro y de la forma que fuimos trabajando. Hay mucha gente que trabaja de una manera hipócrita, tanto en teatro como en televisión, pero eso no sale a la luz. Porque uno es más cuidadoso, no lo dice. Y a mi me ha pasado de trabajar y, de repente, tener que hacer mi escena después porque me comían los bocadillos. Eso no sale, no se dice. Acá, lo más sanador fue que para los cinco actores, era fundamental decirnos la verdad en el momento que hubo fricción o algo que no nos gustó. A Facundo lo tengo que amar profundamente arriba del escenario y él, a mi. Y para eso, nos tenemos que respetar. El respeto se basa en el conocimiento. Y este proceso es también muy importante y lo supo llevar muy bien el director. Cosa que en otro lugar, nos hubiesen destruido, ¿se entiende? Para el nosotros éramos lo mejor del mundo y nos cuidó. Entonces, cuando esto se filtró dio bronca porque, en realidad, era un proceso de un trabajo teatral, no algo que queríamos ficcionar afuera”, argumentó la artista, sobre las versiones de enfrentamiento con su compañero de escenario.

Arana prefiere volver a concentrarse en su rol: “ Tengo de donde tomarme, herramientas a partir de las cuales trabajé y que me resultan cercanas. Conozco fotógrafos con los que escalé el año pasado, cuando viajé al Everest. Sé como son, como piensan. Y todo eso, que ya entendía porque es algo que conozco, me sirvió para sentarme al lado del director. Me cuesta mirarme al espejo y reconocer mi logro, mi momento, en donde entro y marco. Pero si lo puedo ver muy claramente en Araceli. Y lo que veo es algo que me satisface muchísimo, lo digo de corazón”, reconoció el esposo de la modelo María Susini.

Y juntos, con o sin diferencias, van por el éxito.

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“Trabajo para entrar en zonas que me dan miedo”

No es la primera vez que me toca hacer una obra de teatro que tiene que ver con una película, y el primer mes de ensayo no vi el filme. La había visto antes pero no quise volver a hacerlo. Me entregué al director que hizo una adaptación sobre el libro original, no sobre la película. Así que hay detalles que se pueden no haber visto, es otro lenguaje. Era muy difícil por la mirada que tiene la gente de la peli. Estoy trabajando como una obrera en ponerle un buen tono, entrar en distintas zonas, en blanquear que tengo cagazo, que me cuesta llegar, que si entro me duele mucho. Me duele a mi haciendo del personaje por vida. Hay zonas que uno transita y que, en algún momento, esa foto ya la viste. En una madre, en una hija, en mi abuela. Tengo mujeres muy fuertes en mi familia, que nos hicieron muy guerreras a todas. Guerreras en el sentido de que somos armas a tomar pero para bien, desde el amor, la entrega, desde todo lo que implica estar vivo. Franchesca tiene toda esa intensidad y me lleva a zonas que me tengo que abrir mucho, y cuesta”, reconoció la mujer de Fabián Mazzei.

Su partenaire asiente y agrega: “Me maravilla ver como a mi compañera se le quedó pegada, por momentos, la forma de hablar de su personaje. Me gusta mucho porque esto es búsqueda constante. Estamos en esa, contentos. Iba a ensayar contento, pensando todo el tiempo en que mas darle a Robert, el personaje que me toca interpretar. El es un tipo que ha viajado mucho y yo tengo la suerte de haberlo hecho. Vio muchas cosas que fotografió y yo también tengo la suerte de eso”.

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