El actor protagoniza "No Llores por Mí, Inglaterra", film que lo saca de sus personajes típicos. Sus definiciones entre la parodia, nuestra historia y un curioso paralelismo con el Mundial '78

Vinieron a robarnos el país y nosotros le robamos el fútbol” es el eslogan de la película No Llores por Mí, Inglaterra que sitúa al fútbol durante las invasiones Inglesas en 1806 y se estrena en la víspera del Mundial de Fútbol en Rusia 2018. Un paralelo en el binomio fútbol y política no sólo como una cuestión cinematográfica, sino como una verdad histórica que hasta el día de hoy es difícil de escindir.

La novedad es que Heredia pisa un nuevo terreno en su carrera artística. Siempre emparentado con el drama con toques de comedia en televisión como Valientes (2009) o culebrones como Los Ricos No piden Permiso (2016) y de repente se lo ve en el film en un género ajeno: “Cuando me reuní con el director de la película, Néstor Montalbano, le dije que yo ya no miro más los proyectos artísticos ni pienso más en qué me va a dar, si me va a catapultar, me va a cambiar algo o que la crítica diga tal cosa de mí. Hoy todo eso, a mí me da igual. Yo sólo quiero trabajar y pasarla bien. Con este film se me dio y lo que nunca me imaginé el gran despliegue de producción de época”.

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El film en clave de comedia disparatada no apunta a una denuncia ni mucho menos, sino a una parodia exacerbada en tono de aventura, una matriz inclasificable del director Néstor Montalbano, conocido por sus films Soy Tu Aventura (2003) y Pájaro Volando (2010) en dupla con Diego Capusotto. En No llores...se repite este dúo junto a Mike Amigorena y Damián Dreizik; todos se desplazan con una gran comodidad en el rubro de la comedia. En el rol protagónico Gonzalo Heredia puede desentonar por su trayectoria de galán y en el rubro de la comedia dramática.

“A mí la propuesta de No llores... me llega en agosto pasado. Un día después del nacimiento de mi hija más chica Alfonsina (fruto de la relación con la Brenda Gandini). Estaba en la clínica cuando Montalbano vino, tuvimos una charla, no lo conocía. Me dejó el libro, lo leí y en la página 40 le dije a Brenda, esto es un delirio. Yo no sé porque quiere que yo sea parte y la verdad es que me da muchas ganas de ser parte del film”, cuenta con cierto desparpajo el mismo Heredia.

A lo que él mismo agrega que “me da mucha intriga saber lo que yo puedo aportar al personaje y a la película porque la comedia disparatada es un género completamente nuevo para mí. Mi aceptación tiene una explicación porque Montalbano me ofrece el papel más terrenal de todos. El resto de los personajes están muy estereotipados, muy subrayados. Mi papel, Manolete, es el típico vivo porteño, hoy llamado el lobista. Tenía que tener un color neutro mi personaje y no pegarse con los otros (en referencia a Amigorena en la piel del capitán William Carr Beresford, que existió en la realidad y Capusotto, capitán del equipo argentino). Esto para mí fue un alivio”.

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En la primera escena de No Llores...va al grano cuando invade el Río de La Plata, el personaje de Amigorena, el capitán Beresford, afirma: “Necesitamos distraer a los criollos para que acepten nuestras leyes y que ocupen la mente en otra cosa”. Así aparece el fútbol: “Y no cambia nada con los tiempos de hoy. ¡Mamita, lo que nos espera!”, exclama sin entrar en detalles de la realidad social de hoy.

“Lo más interesante de la película es cómo nace la pasión por el fútbol. Se parte de un hecho histórico como las Invasiones Inglesas y luego se ficcionaliza unas cuantas cosas. Como la rivalidad de los barrios EmBOCAdura y la RIVERa (juego de palabras que nos proyecta a un presente conocido). De ahí la polarización hay un solo paso. Hoy somos un país donde el fútbol se ve con una sola hinchada. Es una impronta nuestra y que habla de las pasiones desmedidas” y remata el actor: “Muchas veces la pasión se construye para enceguecer a las masas y por detrás hacés otras cosas y esto es lo que se ve en la película”.

En cuanto al eslogan del film: “Vinieron a robarnos el país y nosotros le robamos el fútbol”, Heredia sostiene que “es una verdad en la película y la pregunta de hoy es ¿cómo siguió? Fútbol y política casi siempre van de la mano. Es un espejo de nuestra sociedad esto de vender espejitos de colores. Se vende una pasión, un deporte sano, pero en realidad lo que se hace es enceguecer. No me quiero meter de lleno con el Mundial 78 y los desaparecidos en nuestro país. La película trata el tema en clave de comedia, pero los elementos están. Hagamos el ejercicio al revés, lo que sucedió en el 78 podría haber pasado durante las Invasiones Inglesas. Se puede fraternizar en el momento del partido y como se está en medio de una guerra, después se matan unos a otros”

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