A punto de culminar una extensa temporada que lo ubicó desde el 25 de diciembre en el amplio escenario del Teatro del Lago de Villa Carlos Paz con la pieza La isla encantada, Marcelo Polino, en su mix de periodista y figura variopinta del mundo del espectáculo, se probó por vez primera dentro de la dinámica de la comedia.
El conductor de Ponele la firma durante una década, el ácido e implacable jurado de Bailando por un sueño, disfruta del final de un colorido verano en uno de los espectáculos más convocantes de la cartelera cordobesa con miras a todo lo que se viene: el flamante reality de baile de Marcelo Tinelli, con la productora LaFlia, luego de la crisis del año anterior, donde debutará con un “menos uno”, un envío satélite de éste y el esperado programa junto a Antonio Gasalla los domingos por la noche de El Trece.
“Hice el espectáculo del Maipo Kabaret, Lengua filosa en Carlos Paz en su momento y revistas con Artaza (Nito) pero comedia es la primera vez que hago. Es una responsabilidad porque tenés que estar muy atento al pie del compañero, pero por suerte la gente me recibe re bien”, cuenta Polino con su gracia natural. “Dabope (la productora integrada por Pablo Prada, Ezequiel Corbo y Federico Hoppe) hace 3 años que me está llamando y para mí que soy como un multimedio caminando, coordinar la radio (Mitre), la tele, la revista (Paparazzi) y todo, era como muy complicado.
Y este año a raíz de que me había ido tan bien en el Maipo y todo el mundo me decía: “dale que te va a ir bien, que sos re gracioso, que a todo el mundo le va a gustar, me animé y aquí estoy”, sonríe respecto a la obra que integra junto a Pedro Alfonso, Freddy Villarreal, Carolina Papaleo, Bicho Gómez, Nazareno Casero, Consuelo Peppino, Sol Pérez, Rocío Robles y Belén Pouchan.
En medio de la labor cotidiana, se prepara para encarar un año por demás cargado de intenso trabajo. Algo con lo que está largamente familiarizado y que, en este verano, no resulta una excepción. “Hago Radio Mitre y Paparazzi desde acá y dos funciones de teatro.
Termino 1 y media de la mañana, entre que te cambias, haces un par de notas a la salida, saludas a la gente, llegas 3 y pico a tu casa, te pegas una ducha, comes alguna cosita y se te hacen las 5 de la mañana. Después me levanto tarde, veo algunos programas del mediodía y la tarde, por ahí entreno un poco, hago alguna nota por día y me voy al teatro. No te queda mucho tiempo”, admite acostumbrado al trajín.
Frente a cámara, la expresión de Marcelo Polino, parece confundirse entre persona y personaje. Fuera de la lente, se percibe que su forma de ser fluye de manera natural y que lógicamente se exacerba cuando se pone en acción para el show.
“Yo soy yo. Hago de mí, no hago de actor. En realidad, soy como más standapero más que actor porque la gente me llama para que opine, para que diga algo gracioso. Cuando la cuento, por ahí cuento la noticia de una manera graciosa y eso me divierte, me abrió otras puertas después de tantos años de trabajo”, reconoce el hombre a quién, poco a poco, se le fue poniendo el foco en su faceta más humorística. “Obviamente exacerbo. No voy con los ceros en el bolsillo. Ahora vamos por el menos uno. Este país es el único que aplaude los números. En la obra hablo del cero y la gente aplaude, hablo del menos uno y aplaude y eso es como gracioso. La gente pide el cero y este año en el programa va a ser todo o nada.”, cuenta con simpatía el señor de los sacos y moños multicolores que cuando puntúa saca a relucir su costado más riguroso y estricto y también el más lúdico.
“En general yo en la vida soy bastante crítico. Conozco mucho del medio y también de lo que es un reality, y además estoy en un reality entonces hay un poco y un poco. Está el gusto personal respecto a lo que estoy viendo y lo que rinde el personaje en la tele. Es una mezcla de las dos cosas. Soy exigente pero divertido, no quiero ir por el lado de la agresión ni enojarme con la gente, no quiero chicanearlos sino divertirme”, garantiza consciente de su eficacia para el rol. La lengua filosa de la farándula, según lo han y se ha denominado, esconde un costado humano y muy solidario que se contrapone con la imagen que tantas veces le devuelve la pantalla.
Es que Polino conoce las reglas: “Yo hago mi trabajo y después sigo mi camino. Además, es como yo siempre digo: soy un multimedio caminando: tengo el Bailando, mi programa en la tele, el programa en la radio, la revista Paparazzi, los eventos que hago, entonces no me puedo llevar un enojo ni pelea de un lado al otro porque no me daría el cerebro para tanto. No me engancho con la pelea. Es parte del juego que digas algo y te contesten y yo lo sé jugar. Me divierte.”, señala con claro manejo de lo que se genera en el medio. “Yo bajo; hago solidaridad y eso me hace bajar a tierra”, confiesa quién ayudó al merendero de Carlos Paz para el día de Reyes y es asiduo colaborador de Casa Cuna.
“Son lecciones de vidas, ahí te encontrás con la verdad. Eso te carga las pilas, te llena. Y me ayuda a relativizar lo que veo en la farándula. Soy agradecido a la vida de tener muchas posibilidades”, destaca.