El gol dorado de Chilavert que consta en el álbum de los grandes acontecimientos de la historia del fútbol argentino tuvo lugar en el Estadio José Amalfitani en el contexto de dos de los mejores equipos de la época.
A Vélez lo dirigía Carlos Bianchi en el crepitar de una notable curva ascendente que ya había sellado incluso la conquista de la Copa Libertadores de América y la Copa Intercontinental en Tokio ante un Milán poblado de estrellas. Y asimismo de estrellas, y unas cuantas, disponía el riojano Ramón Díaz, "El Pelado", en sus primeros pasos como entrenador.
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El viernes 22 de marzo de 1996 se enfrentaron en Liniers por la tercera fecha del Torneo Clausura en un mano a mano que pese a la noche desapacible y el mal estado del campo persistió en un espléndido nivel durante los 90 minutos.
En el afán de prosperar en un ataque, Enzo Francescoli adelantó demasiado la pelota y en el cruce con Raúl "Pacha" Cardozo cayó el defensor de Vélez. Francescoli se interesaba por el estado del dolorido Cardozo y Víctor Sotomayor se disponía a cobrar la falta, cuando desde su área Chilavert partió raudo y determinado hacia la pelota y en la propia carrera le habló al árbitro, Carlos Mastrángelo: "Agáchese".
Todo fue tan rápido y fabuloso que sorprendió hasta al director de la transmisión de la tevé: de repente la cámara enfocó la pelota que subía y subía como un globo llevado por la lluvia y el viento, mientras desesperado, presa del peor de los presentimientos, Burgos la vio venir, sin poder impedir el golazo.
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