El mediocampista de Arsenal Jesús Miguel Soraire, el "Tucu", transita por un camino del fútbol y por la vida misma en base a sus convicciones desde su Lules natal, hasta un presente venturoso en el primer equipo de Sarandí apoyado en su familia, la psicología, y es otro de los ejemplos de cómo con esfuerzo se pueden alcanzar los objetivos más importantes.
Con 31 años recién cumplidos, habla de su salida desde el club San Jorge al cual hasta ahora le está pagando la desvinculación, la llegada a Sarandí en soledad tras pagarse el viaje en avión -vino a prueba-, ser parte del campeón del Nacional -la final la jugó desgarrado- y afianzarse en el equipo de El Viaducto jugando a gran nivel en la Superliga, pero nunca abandonado su ideario, sumado a que tanto él como su familia - esposa y dos hijos-, supieron del desarraigo pero se amoldaron a una Buenos Aires que era una incógnita 18 meses atrás.
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De la campaña del Celeste y Rojo, afirmó: "No debemos dejar el objetivo de lado, superar la línea de los 40 puntos y después ver. Queda mucho, hay que trabajar el día a día, hacernos fuertes de locales. no me quedo con este buen año. Arsenal es un equipo que se adapta a todo, el grupo busca siempre mejorar, hay una plantilla importante y no todos podemos ser titulares pero están en al consideración, entrenan y apoyan todos. Tenemos las armas y un plan, en lo personal no me imaginaba este presente, pero nunca dudé del trabajo y lo que venía a conseguir".
Confesó que su hija "ya es fanática de Arsenal, en el jardín dibujo a la familia y hasta a la perrita con los colores del club, eso es lo que ve en la familia también", y contó: "Cuando vine de Tucumán ya había dejado de ser enfermero, estudiaba psicología y se dio la chance. Uno debe reponerse a todo, hay que saber realimentarse, el deporte de alto nivel busca decirte que no podés, expulsarte, pero hay que levantarse siempre. Todo depende a lo que apuesta cada uno".
Y lo demostró al llegar una tarde de invierno a Sarandí, conocer el club, estar sólo en Buenos Aires durante seis meses, pero aquella aventura pasó a ser un disfrute.