Con Barcelona y Gremio, el otro lado del cuadro ya está definido

Barcelona de Ecuador causa asombro en este certamen. A pesar de que en la última edición el fútbol ecuatoriano contó con Independiente del Valle en la final, lo que está haciendo Barcelona es más que sorprendente. Se topó con una fase de grupos compleja y la superó con hidalguía: eliminó a Estudiantes de La Plata y Atlético Nacional, el último campeón. Luego, salió vivo de los cruces contra Palmeiras y Santos, a quien anoche eliminó en Brasil. No fue fácil. Debía convertir para inclinar la balanza en lo que había sido el 1-1 de la ida en Guayaquil. El uruguayo Jonathan Alvez conectó un cabezazo brutal en el área y el resto del partido se desarrolló entre la desesperación de Santos y la confianza de los ecuatorianos. Así, el finalista de 1998 vuelve a meterse entre los mejores cuatro, algo que no conseguía desde aquel segundo puesto.

El andar de Gremio en el Brasileirao es firme. Está lejos de Corinthians, el líder, pero lo escolta aunque sea de lejos. En la Copa Libertadores repite esa consistencia. Salió favorecido en el sorteo de grupos con una zona sencilla, y la ganó sin titubear. A Godoy Cruz le faltó el respeto en Mendoza, lo terminó de liquidar en Brasil. Contra Botafogo, en cuartos de final, cosechó un empate en Río de Janeiro, y lo remató con una victoria por 1-0 en Porto Alegre anoche: Lucas Barrios convirtió el gol, su sexta conversión en la Copa. Con él y Luan, una de las nuevas joyas emergentes del fútbol brasileño, Gremio tiene argumentos para llegar —más— lejos.

Al otro lado están los argentinos. River tiene que construir una hazaña para meterse entre los cuatro mejores. San Lorenzo consiguió un resultado excelso en el Nuevo Gasómetro y ahora debe defenderlo como el botín de un trabajo provechoso en la Fortaleza ante Lanús. Los Granates necesitan mostrar su versión más rebelde para revertir lo que parece estar sentenciado.

En la Copa Libertadores, sin embargo, todo es posible. Anoche nos lo recordó Barcelona de Ecuador.