Entre los días que pasaron a la durísima derrota con Lanús por la Copa Libertadores y la concentración para el Superclásico, Marcelo Gallardo recordó que lo bueno del equipo era que daba vuelta rápido la página y que tras una derrota dura y dolorosa se reponía rápido y volvía a ganar. Esa ilusión se le deshizo en el Monumental porque no pudo ganar y porque tras levantarse dentro del mismo partido se volvió a caer.
Son tiempos inéditos para el DT y tiene por delante el partido ante Morón por la semifinal de la Copa Argentina sabiendo que el rival son ellos mismos y que el premio es jugar una nueva final, la décima en menos de cuatro años.
En 2014, River perdió un partido raro con Estudiantes, empató con Olimpo de local y le dio chances a Racing para acercarse en la tabla donde le llevaba 4 puntos y lo enfrentaba en medio de las semifinales contra Boca. La Academia le ganó 1 a 0 y le roba la punta. El equipo de Gallardo podía quedarse con nada si luego del 0-0 en La Bombonera no le ganaba a Boca en el Monumental. Pero lo resolvió con aquel gol de Leonardo Pisculichi y con el penal atajado por Marcelo Barovero. La primera gran muestra de carácter de River.
El verano del 2015 estaba aliviado hasta un clásico con Boca en Mendoza puso todo patas para arriba. Una derrota 5 a 0, tres expulsados, un partido espantoso y el clima que se ponía espeso. Ese partido de verano, que algunas veces acabaron con entrenadores, llegaba en la previa de una final de la Recopa Sudamericana. Otra vez la respuesta fue altísima: le ganó los dos partidos a San Lorenzo con el mismo equipo que había perdido por goleada ante Boca.
Meses más tarde, River perdió con Huracán la Supercopa Argentina por 1 a 0 y cayó con Boca 2 a 0 por el torneo local justo en la previa al cruce de octavos de la Copa Libertadores 2015 frente al Xeneize. Las respuestas vuelven a ser de alto vuelo, en el primer clásico copero jugado en el Monumental gana 1 a 0 y casi que cierra el pase. Luego vendría el gas pimienta y el pase a cuartos.
Esa Copa que lo había tenido a River casi eliminado en la fase inicial lo volvió a poner casi fuera del ring. Perdió de local con Cruzeiro, uno de los mejores equipos de esa edición de la Libertadores, y tuvo que ir por el milagro a Belo Horizonte. Lo hizo de nuevo: Gallardo, que bancó casi el mismo equipo y produjo una de las actuaciones más brillantes de un equipo argentino en Brasil, ganando a 0 con un baile memorable.
Lejos en la pelea por un lugar en la Copa Libertadores 2017 en el torneo, la Copa Argentina fue el gran objetivo tras ganar nuevamente la Recopa Sudamericana. Pero la final ante Central quedó justo algunos días después de un clásico ante Boca. La derrota luego de tenerlo casi ganado fue durísima porque además encaminó a Boca hacia el liderazgo del torneo. Luego de un semestre donde el equipo había jugado más, la caída ante Boca era el preludio de un mal final ante un Central muy encaminado. Estaba en juego el futuro de Gallardo y sobre todo si lo perdía se venían una 2017 jugando por nada. Otra vez el equipo se levantó, incluso dentro del propio partido y ganó 4 a 3 para que River se meta en la Copa, para un nuevo título y para que a los pocos días Gallardo anunciara que seguía.
Esta vez no hubo contragolpe anímico y le tiempo dirá hasta donde llega el dolor de haber sido eliminado de la copa del modo más amargo posible y de no poder aliviar la angustia ante Boca que lo volvió a mandar al piso para que todo le duela más.