Era otra época del Milan. A mediados de la década del 2000, el club rebosaba. Había ganado dos Champions League y perdido otra final. Tenían la capacidad de proyectar más allá del presente. Algunos meses después de ganar la segunda Liga de Campeones en 2007, la directiva puso los ojos en Brasil, el país que más futbolistas le exporta jugadores al mundo. Había un chico que, con 17 años, brillaba en Internacional de Porto Alegre. De Alexandre Pato se decía que iba a ser el nuevo Ronaldo. Adriano Galliani gastó 22 millones de euros para adquirir su pase. Era récord: nunca en la historia se había abonado semejante monto por un menor de 18 años.
Internacional de Porto Alegre retuvo a su joya por un año. Una regla FIFA impedía —impide— la venta de jugadores menores de edad a otros países. Pato desembarcó en Milan en 2008. Y no pasó nada. Pocos recuerdan alguna buena actuación del chico que debía saldar la deuda histórica de la verdeamarhela de Brasil en el Mundial 2014. Nueve años después, se asentó en el fútbol chino con un salario desorbitante.
Santos le vendió a Robinho al Real Madrid en 2005. Flaco como una estaca, humillaba a sus marcadores en el Brasileirao. La reedición de la bicicleta, un baile endiablado encima de la pelota en movimiento que Denílson hizo famoso, fue su sello predilecto. Las comparaciones con Pelé cayeron como las fichas de un dominó. Real Madrid sucumbió en la tentación. La transferencia por el juvenil de 21 años se hizo a cambio de 30 millones de dólares. En Brasil jugaba al fútbol como un niño en el parque, y en España pareció crecer tan rápidamente que se transformó en un abuelo apático en el campo de juego. "No me comporté bien con el club", dijo años más tarde. El fútbol lo olvidó. Robinho comenzó una debacle. A los 33 años, está en Atlético Mineiro. No siempre es titular.
Hacía tiempo que la cantera del Flamengo, que alguna vez hizo erupción con Zico y Adriano, no surgía una pieza interesante. Vinicius Junior se destacó en el Sudamericano Sub-17 que ganó Brasil. Fue el mejor jugador del torneo, el goleador, y la atracción de todos los ojeadores que viajaron a cazar chicos. Está llamado a ser el sucesor de Neymar. Florentino Pérez sufre a Neymar. No se perdona que el jugador haya elegido al Barcelona, cuando lo habían llevado a conocer el Santiago Bernabéu y lo tentaron con una montaña de billetes verdes. No podía permitirse que Barcelona le robara otro diamante. Esta vez no dudó: hizo la inversión en un juvenil más grande de la historia. Gastó 45 millones de euros en un futbolista con dos partidos en Primera.
FIFA mantiene la norma y entonces el acuerdo es sencillo: Vinicius Junior se queda en Río de Janeiro hasta el 2019, cuando sea mayor de edad y esté en condiciones de sumarse al primer equipo del Real Madrid. Si el club considera que no está listo para incorporarse, seguirá un año más en Flamengo. Con un detalle, claro: desde hoy, el fútbol observará cada movimiento que haga el juvenil más caro de la historia.