Nuestro Napoleón puede perder una batalla, pero nunca tendrá un Waterloo”. Rodolfo D’Onofrio, el presidente de River, utilizó la metáfora histórica para definir a Marcelo Gallardo y expresar además que le gustaba cómo le quedaba el apodo de Napoleón al entrenador millonario. Cuando decía que el Muñeco nunca tendrá un Waterloo (la batalla histórica donde claudicó Napoleón), D’Onofrio lo pintaba a su DT como un general de grandes conquistas que podía perder alguna semifinal o final importante, pero jamás sufriría una derrota terminal.Pero hoy el Napoleón Gallardo parece haber quedado encerrado en un laberinto,esde el que nadie duda en el mundo riverplatense que saldrá airoso y podrá reinventarse. Pero llama la atención y es extraño verlo ahí.
Es cierto que Gallardo llevó hace pocos días a River a otra final (la de Copa Argentina), la décima como DT de su ciclo que comenzó en el segundo semestre de 2014,pero casi que queda minimizado frente al contraste de que el equipo fue eliminado mal en semifinales de la Libertadores, perdió el superclásico en el Monumental y quedó sumergido en la mitad de tabla de la Superliga, a un campo de distancia del puntero que es nada menos que Boca.
El sábado a la noche River sufrió la tercera derrota consecutiva en el torneo local, continuidad de una racha de tres empates en cadena (dos de ellos en el Monumental). Un dato más: después del Bombonerazo del 14 de mayo (3-1 a Boca), el River de Gallardo perdió los cuatro clásicos que jugó: San Lorenzo y Racing en el torneo anterior, Boca e Independiente en esta Superliga, donde parece haber quedado fuera de circulación muy prematuramente. ¿Podrá remontar los 12 de diferencia en lo que queda?
El Muñeco logró como DT de River títulos internacionales (Libertadores y Sudamericana a la cabeza) y la Copa Argentina (el año pasado). Pero nunca pudo por ahora coronarse en un torneo local. Lo regaló a fines de 2014 a manos de Racing, al priorizar las finales de la Sudamericana. Y en el reciente, cuando llegó a alcanzar a Boca en gran arremetida, “hocicó” en el final.
Ahora, ya definida su continuidad en 2018,Gallardo comenzará la batalla por salir del laberinto.Redoblará la apuesta con los retoques de los que habló para potenciar mucho a su River, aunque cargará seguramente con la mochila de un año (este 2017) que ilusionaba con mucha gloria y sin embargo puede terminar apenas con el modesto trago de retener la Copa Argentina.
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