Según una encuesta, el 41% de los argentinos practica meditación al menos ocasionalmente, frente al 26% en 2018. El fenómeno se expande en todo el mundo.
En el día Mundial de la Relajación, una encuesta remarcó que la práctica de la meditación y el mindfulness se expande a paso firme en todo el mundo y la Argentina se destaca como uno de los países con mayor crecimiento en esta disciplina en los últimos años.
Según la encuesta global de Voices y su red internacional WIN (Worldwide Independent Network of MR), en 2025 el 41% de los argentinos afirma que practica meditación, frente al 26% que lo hacía en 2018. Este aumento del 60% ubica al país en el grupo de naciones donde más se incrementó el interés por la atención plena.
El estudio se realizó sobre 35.515 personas en 40 países y fue difundido con motivo del Día Mundial de la Relajación. Los resultados confirman que la meditación, lejos de ser una moda pasajera, se ha convertido en un recurso clave para el bienestar emocional y físico en un mundo atravesado por la ansiedad, la fatiga y el estrés.
Aunque en Occidente suele asociarse con el autocuidado, el bienestar emocional y el manejo del estrés, la meditación hunde sus raíces en tradiciones espirituales milenarias de Oriente. Desde el dhikr del islam sufí hasta la japa del hinduismo, pasando por la contemplación cristiana y la meditación cabalística, se trata de una práctica que históricamente estuvo vinculada a lo religioso y lo filosófico. Hoy, sin embargo, su alcance trasciende esas fronteras y se adapta a las necesidades de la vida moderna.
A nivel global, la encuesta muestra que los jóvenes son los principales impulsores de la práctica: el 40% de las personas de 18 a 24 años dicen meditar al menos algunas veces, frente al 26% de los mayores de 65. Sin embargo, en la Argentina ocurre lo contrario: el grupo que más recurre a la meditación está entre los 50 y 64 años, lo que indica que la disciplina se afianzó en generaciones adultas.
En cuanto a la meditación por regiones en la Argentina, CABA lidera con un 49% de practicantes, seguido por el Gran Buenos Aires (42%) y el interior del país (40%). También hay diferencias marcadas según nivel educativo y socioeconómico: quienes cuentan con educación universitaria (48%) y pertenecen al sector ABC1 (55%) son los que más meditan. La práctica es más habitual entre mujeres (24%) que entre hombres (16%).
El crecimiento no es uniforme en todos los países. Mientras que más de la mitad de la población afirma meditar en India (79%), Marruecos (57%), México (55%), Estados Unidos (54%) y Filipinas (51%), en naciones como Indonesia (14%), Brasil (17%) y Noruega (18%) la práctica es minoritaria. En promedio global, el 35% de las personas asegura meditar al menos ocasionalmente, cuando en 2018 lo hacía el 29%.
Los resultados del estudio también revelan que la meditación no es exclusiva de quienes llevan un estilo de vida saludable. De hecho, un 22% de fumadores y bebedores habituales afirma meditar con frecuencia, lo que rompe con los estereotipos.
Entre quienes recurren a esta práctica regularmente, el 21% admite experimentar estrés con frecuencia, el 20% preocupación excesiva y el 22% síntomas de depresión o soledad. También un 20% de quienes sufren insomnio o fatiga la practican con regularidad. Estos datos sugieren que la meditación se ha convertido en una herramienta de afrontamiento frente a los desafíos emocionales de la vida contemporánea.
Para la directora ejecutiva de Voices, Constanza Cilley, el fenómeno refleja un cambio cultural profundo: “La notable expansión de la meditación en la Argentina -que creció un 60% desde 2018- se inscribe en un tránsito desde las religiones tradicionales hacia formas más personales, flexibles y diversas de espiritualidad”.
Según los datos que cita, la pertenencia al catolicismo pasó en el país de cerca del 80% en los años 80 a apenas un 60% en la actualidad. “Esto no implica necesariamente una pérdida de fe, sino una búsqueda de sentido por otras vías. La meditación aparece como un anclaje emocional, una práctica íntima que responde tanto al deseo de bienestar como a la necesidad de conexión en un mundo acelerado y fragmentado”, concluyó., pero en Argentina predomina en adultos de 50 a 64 años, sobre todo en mujeres, sectores altos y con mayor nivel educativo.