Un chaparrón pasajero que cayó sobre el mediodía no alcanzó para arruinar una nueva jornada de terrible calor; Después de la lluvia, el regreso a la playa fue masivo, para buscar algo de alivio entre las olas

Salvo por una pausa refrescante -con chaparrón incluido- los turistas y residentes en Mar del Plata volvieron a vivir un día de intenso calor y con el océano como amo y señor de la jornada.

Una vez más, antes del mediodía y allá por las cuatro de la tarde, el termómetro trepó hasta más allá de los 45,4 grados de sensación térmica, con una marca del mercurio ubicada por arriba de los 36, en los momentos más ardientes.

Teniendo en cuenta las espectaculares condiciones del día anterior, muchos resolvieron aprovechar al máximo la jornada y se levantaron bien temprano para salir rumbo a la playa.

Unos cuantos tenían el dato de que sobre el mediodía llegaría una tormenta que le pondría punto final a los planes de playa. Otros, con la fija, sabían que después del chaparrón volvería a salir el sol. Y así fue.

Allá por las 11.30, cuando la atmósfera era un horno y se sentía que el aire iba a explotar, el cielo se cubrió y empezó a caer una densa lluvia, de ésas que tienen gotas que duelen. Sopló un viento refrescante y la mayoría huyó de la playa.

Poco a poco la lluvia fue amainando, el sol hizo fuerza entre las nubes, volvió a brillar con ímpetu y, esta vez, el calor se alió a la humedad. El aire, entonces, se hizo insoportable.

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La gente regresó en bandada a las playas y, sin escalas, se metieron en el mar que, pese a la presencia de alguna que otra aguaviva, era el único lugar donde se podía estar.

Protectores solares a full, agua para hidratarse a cada rato, y la espera de un atardecer de aire cálido que, a orillas del mar, volvió a ser maravilloso.

El día de playa se prolongó hasta más allá de las 20.30, cuando el sol ya había caído pero nadie se quería volver a casa. Todos querían que el ocaso durara para siempre. Un enero caprichoso que esperó hasta que muchos le pusieran fin a sus vacaciones (un gran número pegó la vuelta el domingo) para mostrar su mejor cara y explotar con todo el calor del verano.

Los días muy calurosos son proclives a la aparición de aguavivas. No está de más, teniendo en cuenta que el ingreso al mar es impostergable, llevar una botellita de vinagre en el bolso.

Y si no tenemos vinagre para apaciguar el ardor de una picadura, recordemos que el amoníaco es un gran remedio ¿dónde podemos obtenerlo? en nuestra orina. Así que, tripas corazón...

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