El 14 de febrero de 1988, el boxeador estranguló a su esposa y la tiró del balcón de una quinta luego de discutir sobre la cuota alimentaria de su hijo.

Este martes 14 de febrero se cumplen 35 años del día en que el boxeador Carlos Monzón protagonizó uno de los crímenes más recordados y mediáticos de nuestro país: el asesinato de su esposa, la modelo Alicia Muñiz, el 14 de febrero de 1988.

Monzón nació en 1942 en la provincia de Santa Fe y trabajó desde muy chico. En paralelo, comenzó su entrenamiento, y en 1963 debutó como boxeador profesional. A sus 28 años, se consagró campeón mundial en la categoría de peso mediano. Fue aclamado por toda la sociedad argentina.

En paralelo, desarrolló su vida de pareja, mucho antes de conocer a Muñiz. Entre 1958 y 1961 estuvo con Zulma Encarnación Torres y tuvieron un hijo. Luego se casó con Mercedes Beatriz "Pelusa" García, con quien tuvo otros tres hijos y de quien se divorció en 1974. Tenían una relación cargada de violencia. Además, Monzón mantuvo una relación con Susana Giménez por cuatro años. La conoció en la película La Mary, que lo hizo triunfar en el mundo del espectáculo.

En 1981, se conocieron Alicia Muñiz y Carlos Monzón, y tuvieron un hijo al que llamaron Maximiliano. El deportista quiso, desde un principio, controlar a la modelo y la presionaba insistentemente para que dejara su carrera. Además, la golpeaba, y ella realizó múltiples denuncias que no prosperaron. Se separaron múltiples veces, pero siempre volvían a reunirse.

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Para el verano de 1988, se alojaron en la casa que el actor Adrián “Facha” Martel alquilaba en el barrio marplatense La Florida. El 14 de febrero a la madrugada, luego de eventos y reuniones sociales del día anterior, volvieron a la vivienda, tuvieron una discusión, y Monzón asesinó a Muñiz. Él elaboró una coartada para evitar que lo acusaran –dijo que, en medio de una pelea, habían caído por el balcón–, pero la autopsia lo delató.

Sin embargo, la cobertura periodística de aquel momento no refirió el hecho como de violencia de género –ni tenía las herramientas para hacerlo–. Los medios reprodujeron la versión del asesino de que murió al caer y hasta la responsabilizaron por su asesinato. Hablaron de “pelea con final trágico”, “confuso episodio”, “apareció muerta”, “crimen pasional”, “final anunciado para una historia de amor tormentosa”.

Un cartonero llamado Rafael Báez apareció en los medios y dijo haber visto toda la secuencia. Relató la agresión, el asesinato, el salto desde el balcón. Sin embargo, las instituciones, la sociedad y la prensa protegían al boxeador. Ante la jueza Alicia Ramos Fondeville, Monzón quiso quitarse responsabilidad mediante la naturalización de la violencia: “Siempre les pegué a todas mis mujeres y nunca les pasó nada”.

Por el asesinato, Carlos Monzón fue condenado en 1989 a 11 años de prisión. Todavía no existía el agravante por violencia de género –lo que conocemos como “femicidio”–, pero la justicia ni siquiera consideró el agravante por el vínculo porque no se habían casado. Cuando había cumplido la mitad de la pena, comenzó a tener salidas transitorias. En una de esas ocasiones, el 8 de enero de 1995, volcó en su auto y se murió.

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