Hijo de un piloto de Turismo Nacional, y amante del deporte tuerca, Alberto Marcolongo rescató aquella vieja mística del Scalextric y armó varias pistas en un local porteño donde se dan cita a diario los cultores de ese popular juego

En pleno barrio de Villa Crespo, el tiempo parece haber entrado en un túnel hacia años más felices: los de la infancia y la adolescencia. Con la diferencia de que allí, quienes se dan un rato para el disfrute no son solo chicos o jóvenes sino participantes de todas las edades.

El misterio no es tal: hace 15 años, Alberto Marcolongo (69), apasionado desde sus años de infancia por el mundo tuerca y todo lo relativo al automovilismo, instaló en el fondo de un tradicional local de video llamado Añé nada menos que una pista de Scalextric, aquel juego que hizo las delicias de muchos especialmente en los años ‘60 y ‘70, y que nos hacían casi sentir como protagonistas del Gran Prix o del circuito de Le Mans.

Nada es casual. Alberto heredó esta pasión de su padre, Oscar Marcolongo, un muy destacado corredor de fines de los ‘50 y de la década del '60, fundador de la categoría Turismo Nacional, de la entidad de pilotos APAC, y además coordinador de la marca Lancia y director del equipo Fiat, que compartió pistas con Mieres, Fernandino, Zunino y Larry, entre muchos otros, y que falleció hace diez años.

Porteño, nacido en Belgrano pero actualmente en Flores, hincha de Boca, Alberto está casado con Noemí, su socia y colaboradora en este emprendimiento, y es padre de Mariano (35) y Agustín (37) y abuelo de Nacho, de 5 años, y Sofía, de apenas 4 meses.

Alberto nos cuenta, mientras un par de clientes conocidos prueban sus autos en la gigantesca pista de 74 metros, que recrea de forma casi perfecta la estructura de un autódromo (aunque no imita a ninguno en particular).

Señala que "hace varios años empecé a plantearme la necesidad de abrirme camino en otra actividad para cuando llegara el tiempo de la jubilación, y por eso sentí que debía hacerlo en un campo que fuera conocido para mí, y como siempre me apasionaron los autos, y en especial el automodelismo, concluí que el camino era ese y lo pude concretar".

Pese a que siempre fue un aficionado a los coches, desde chico, y que acompañaba a su viejo a todos lados, la vida llevó a Alberto por otros rumbos distintos a los de su padre, pero, aclara, "de algún modo, mi amor por este popular juego que es el Scalextric, una práctica verdaderamente de culto, y que conocí en mi niñez, pude canalizarlo con esta iniciativa que me da muchas satisfacciones".

Haciendo un poco de historia, Marcolongo explica que el Scalextric, surgió en 1956 en Inglaterra, y aquí llego en 1960, lo trajo Edgardo Boschi, era corredor pero además fue primero importador y luego fabricante de este producto, de cuya marca obtuvo la licencia, y tuvo tanto éxito que en muchos lugares de la Capital se empezaron a organizar torneos interbarriales de Scalextric, aunque como empezó a haber apuestas por plata, se lo prohibió".

Cuenta que "mi padre lo descubrió en la Feria del Automóvil de 1960, me contaba que había visto una pista de autos eléctricos, y al generalizarse su uso fuimos muchos los que quisimos sumarnos a la práctica".

Varios años atrás, Alberto compraba y fabricaba autos de colección y tuvo su propia pista, y cuenta que "junto a mis hijos tuve una buena experiencia en manejo de autos por radiocontrol, autos en escala 1.10, y 1.12, pero poco después surgió la posibilidad de esta pista".

Detalla que Añé Slot (un local con amplio fondo ubicado en Scalabrini Ortiz al 800) era un video club de un amigo mío, con el nombre de Añé. Como tenía un espacio grande, le propuse hacer algo en conjunto, y aunque al comienzo no sabía bien de qué se trataba luego aceptó. A tal punto que un tiempo después él se mudó y le compré su parte".

Es parte de la infancia de muchos

Todos los días, según dice Marcolongo, hay gente que llega al local a practicar, los hay más experimentados, y se establece un ranking de pilotos. Agrega que "todo el sistema de puntuación y detalles sobre las carreras está computarizado, y las competencias se inician mayormente al anochecer". También señala que "hay quienes vienen con sus repuestos, desde motores, accesorios, llantas, y otros elementos, y trabajan con el mismo cuidado de los coches comunes" y enumera que "los sábados se corre la Copa Cupecitas, que es las de coches del TC, está el TC Histórico y el Monomarca Porche, que dura más de una hora, y hay varias categorías más que se dividen de acuerdo a los autos con o sin imán".

Finalmente, Alberto comenta que "Scalextric es parte de la infancia de muchos, y aquí en Argentina prendió mucho, pero también es muy popular en Brasil, España, Inglaterra, Italia y Bélgica, además de muchos países de Sudamérica". Tras aclarar que él nunca participa en las competencias por una razón ética, Alberto asegura que "el Scalextric traspasó a las generaciones, llega a todas las edades, y como ejemplo está mi nieto de 5 años, que viene siempre".

A imagen y semejanza de un autódromo real

Como todo emprendimiento gradual, Alberto relata que "las pistas las fui comprando de a tramos, primero 45 metros de recorrido y 6 vías, ahora son 74 metros, con sus curvas, subidas, señalización, espacio de boxes, cabinas, tribunas, público, un camión de bomberos, un helicóptero, y hasta un puesto de hamburguesas".

Además, fuera de este espacio que ocupa 70 metros cuadrados del local, existen dos pistas más chicas, con otra graduación de velocidad, y que son muy aptas para que la utilicen los más chicos. El espacio está abierto de martes a viernes entre las 5 y las 21, y los sábados de 13 a 20, y Alberto señala que "pueden venir aquí libremente quienes tengan autos o quienes no tengan nada, y aquí pueden comprar unidades a distintos precios, pero además les damos también el pulsador". Cuenta que "como muchos son coleccionistas, vienen con sus propios autos, y tienen dos opciones: venir en cualquier momento y juegan o hacen sus prácticas, o participan en las distintas competencias que se organizan".

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También informa que "la pista se puede usar por el tiempo que se quiera, y los costos varían, pero se puede sacar un abono que abarata el costo, y el tiempo pendiente se recupera otro día. Aclara que "además, si alguien compra un auto aquí se le duplica sin costo el tiempo".

Diseñador paciente de todas las pistas, Alberto detalla que "las competencias son varias, en general se realizan los miércoles, viernes y sábados, algunas son con imán y otras sin imán, pero la adhesión del coche no tiene que ver con eso sino con la velocidad, que alcanza unos 20 ó 22 kilómetros".

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