Marina Udgodskaya, que hasta hace poco era la empleada de limpieza de la oficina del alcalde de Povalikhino, un pequeño pueblo ruso, se convirtió en una inesperada ganadora de unas elecciones.
La joven se presentaría solo para "inflar" el número de candidatos, debido a que la ley electoral local indica que deben haber al menos dos postulantes en la boleta.
Inesperadamente y en un hecho digno de un guión cinematográfico, ganó las elecciones por amplio margen y se convirtió en la alcaldesa de la pequeña ciudad ubicada a unos 400 kilómetros de Moscú.
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Como su postulación fue meramente administrativa, no hizo campaña para sumar sufragios en las urnas.
La noticia recorrió todo el país y fue una sorpresa, al punto de ser considerada como una derrota para Vladimir Putin.
En Povalikhino, algunas personas trabajan en la industria maderera, otras en tareas agrícolas y algunas en el turismo, por la atracción de visitantes que genera el lago Chukhloma.
Tal es la tranquilidad del lugar, que en este paraje rural no hay ni siquiera señal de celular. Tampoco hay gas natural y se utiliza leña en su lugar.
Marina se formó como asistente de ventas, pero le resultó imposible encontrar un trabajo en ese sector en Povalikhino, pues el pueblo solo tiene dos pequeños locales comerciales.
Con el título debajo del brazo, se ocupó de su familia y de las tareas del hogar. También a cuidar de sus animales, incluyendo patos, gansos, gallinas, conejos, perros y gatos.
Además, hasta antes de las elecciones, se ganaba la vida como empleada de limpieza del despacho del alcalde y durante los meses del crudo invierno ruso se encargaba de que las estufas de leña del edificio funcionaran correctamente.