Un síntoma que se presenta en diversas enfermedades neurológicas y consiste en la falta de reconocimiento de una dificultad como, por ejemplo, la parálisis de un miembro o de la falla en funciones cognitivas es el denominado “anosognosia” (del griego a: sin, nosos: enfermedad y gnosia: conocimiento) o imposibilidad de reconocer una enfermedad.
Por ejemplo, un caso muy estudiado y relevado por el reconocido neurólogo indio Vilayanur Ramachandran fue el de una paciente que sostenía que podía mover el brazo paralizado (por supuesto no lo movía) cuando se le preguntaba. El médico le pidió también que aplaudiera y solo movió el brazo derecho que no tenía afectado. Finalmente se le preguntó de quién era ese brazo mientras le señalaba el brazo izquierdo que tenía paralizado y la mujer le contestó dirigiéndose al doctor: “Es suyo”.
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La anosognosia puede darse de diversas formas, por ejemplo, en déficits de visión. El síndrome de Antón es una de estas, y se caracteriza por la negación de una ceguera que es causada por lesiones occipitales bilaterales extensas en la corteza cerebral. El paciente está ciego, pero no tiene conciencia de ello.
Otra anosognosia que comprende la visión sucede en pacientes que tienen afectada la mitad del campo visual y que, en consecuencia, no lo perciben (afección conocida como “hemiapnosia”). Puede involucrar también el desconocimiento de problemas en las funciones cognitivas.
Los pacientes que tienen afasia, es decir, una dificultad en la producción o comprensión del lenguaje producto de una lesión cerebral, pueden no ser conscientes de sus fallas para expresarse o comprender. También se presenta en pacientes que poseen un déficit de memoria y no lo perciben. En casos más leves, las personas que padecen este síntoma reconocen la alteración de las funciones pero le restan importancia.
La anosognosia no es un mecanismo psicológico de negación. Tiene una base anatómica, que si bien suele identificarse con lesiones en los lóbulos parietales o frontales, también puede coincidir con daño en otras áreas del cerebro.
Por supuesto que se trata de una condición que resulta sumamente compleja porque afecta la percepción del problema, lo que se transforma en una doble dificultad ya que muchos de estos pacientes no buscan tratamiento. Es tal la importancia de este concepto dentro de la ciencia que nos permite traerlo a reflexiones sociales, porque muchas veces la gravedad de nuestros síntomas radica en que la rehabilitación depende en mayor medida del reconocimiento de nuestro déficit.
Por lo tanto, la implementación de soluciones se ve retrasada mientras persista esta condición y, consecuentemente, la mejora de la calidad de vida.
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