Graciela Panebianco, madre de Cristian Alberto Agusti, asesinado a balazos al intervenir en un intento de asalto a un comercio en Mardel en un hecho ocurrido en 2003, nunca ha bajado los brazos.

Ya han pasado casi 15 años y si bien, lamentablemente, no se trata del único caso, uno de los cuatro acusados de un crimen sigue prófugo, sin que los investigadores del hecho puedan localizarlo y debido al paso del tiempo, también crece la sospecha sobre la impericia y hasta falta de voluntad en esa búsqueda. Graciela Panebianco, madre del cabo primero Cristian Alberto Agusti, asesinado a balazos al intervenir en un intento de asalto a un comercio en la ciudad de Mar del Plata en un hecho ocurrido en octubre de 2003, nunca ha bajado los brazos y hasta encabezó cruzadas solitarias para dar con este sujeto, al mismo tiempo que demandaba que sus cómplices fueran condenados y cumplieran su pena. La mujer siente que la Justicia le ha dado la espalda, pero sigue luchando y ante cada novedad en el expediente allí está, sin perder la esperanza, pese a todo.

Ahora, se conoció que el Ministerio de Seguridad bonaerense ha incrementando el monto de la recompensa para quien aporte datos fehacientes para dar con el paradero de Alejandro Javier Salaberry Gabarain (37), uno de los cuatro hombres sindicados como parte de la banda que se enfrentó a balazos con su hijo y otro efectivo de la Policía bonaerense. Sus tres cómplices Fernando Ariel Palomino, Claudio Raúl López y Marcelo Carlos De los Santos pudieron ser detenidos, pero este escapó y se sabe que cambió su fisonomía, inclusive que podría estar radicado en la provincia de Mendoza, aunque nadie lo encuentra o directamente, nadie lo busca.

Está vigente el ofrecimiento de una suma de hasta 150.000 pesos, para las personas que aporten información que permita la localización y detención de Salaberry Gabarain, imputado por homicidio agravado cometido contra un miembro de fuerza de seguridad pública, robo calificado por el empleo de arma de fuego y tentativa de homicidio agravado, en el caso del agente Cristian Fournier.

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Sobre el prófugo, domiciliado por entonces en el barrio marplatense Pueyrredón, que también residió en la localidad de Ciudadela del partido de Tres de Febrero e increíblemente, ha logrado evadirse, quizás con una identidad falsa y gozando de cierta protección.

Cabe recordar que la orden de captura fue sido tramitada por el fiscal Leandro Arévalo y aquellos que quieran aportar los datos requeridos deberán presentarse ante los Fiscales Generales de Cámara de cualquier Departamento Judicial de la provincia de Buenos Aires, en la Unidad Funcional de Instrucción Nro. 7 de Mar del Plata con sede en la calle Almirante Brown 2046 o telefónicamente al 0223- 495 -7075 o 0223-493-0407 o bien ante la Dirección Provincial de Registro de Personas Desaparecidas en la ciudad de La Plata.

“Hay una recompensa, pero para mi, nadie lo busca. Entonces, cuando me dijeron que podía estar en Mendoza con un documento falso, habiéndose borrado los tatuajes que tenía y operado para cambiar su cara, me fui a buscarlo por las mías. Seguí varias pistas y no lo encontré. Por eso, le escribí una carta a la gobernadora María Eugenia Vidal cuando asumió, pensando que con el cambio de autoridades iba a lograr algo, pero me respondieron que están esperando identificarlo en algún control, cuando pase por un peaje o si se presenta a votar. Inaceptable las explicaciones que recibí”, manifestó Graciela Panebianco, madre del cabo primero Agusti, en diálogo con DIARIO POPULAR.

Era lunes, aquel 27 de octubre de 2003, cuando cerca de las 17, dos desconocidos ingresaron en un comercio de ventas de insumos para computación en la calle 20 de Septiembre al 2900 de Mar del Plata y redujeron a los empleados con fines de robo. Otros dos quedaron afuera, oficiando de “campana”, pero alguien logró dar aviso a la Policía y al modular la emergencia desde del Comando de Patrullas, Agusti y Fournier, quienes de civil y en un móvil sin identificación circulaban por la zona, llegaron al lugar y fueron recibidos a balazos. La víctima fatal recibió un tiro en el pecho y murió a los pocos minutos y su compañero un impacto en el abdomen, logrando sobrevivir, luego de ser operado.

De inmediato, capturaron a dos de los asaltantes (López y Palomino), más tarde se detuvo a De los Santos. Los tres resultaron condenados, pero luego sus penas se fueron morigerando y al obtener beneficios fueron consiguiendo sus excarcelaciones, bajo la forma de arresto domiciliario o libertad condicional.

“A mi hijo la mataron en cumplimiento del deber y después, entre jueces y malas investigaciones todo fue quedando en la impunidad, hasta uno de ellos sigue prófugo casi quince años más tarde”, concluyó la mujer.

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