
Un trabajo de la Asociación Antidrogasalerta que el Comando Vermelho y el Primer Comando Capital se instalaron en el país, para controlar las rutas fluviales del narcotráfico.
La extrema violencia en las favelas de Río de Janeiro, en el marco de un ataque letal a los grupos narcos, genera conmoción mundial. Mientras hay terror por una posible represalia, un informe desarrollado por una asociación especializada en los movimientos de los grandes carteles de estupefacientes revela que tanto el Comando Vermelho como el Primer Comando Capital, organizaciones que dominan el negocio en Brasil, hace cuatro años que se vienen instalando en la Argentina, alcanzando inversiones por 1.500 millones de dólares. El objetivo central es el dominio de las hidrovías que bajan de Paraguay y Bolivia hacia Buenos Aires, para controlar el traslado de marihuana y cocaína.
Los datos surgen de un informe reservado elaborado por la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), al que este medio tuvo acceso. El documento sostiene que los jefes de los carteles brasileros ya poseen residencias en Puerto Madero y en countries del norte del Conurbano, y se desplazan con facilidad entre Río de Janeiro, Asunción y el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
El titular de la entidad, Claudio Izaguirre, explicó que "hace por lo menos cuatro años que el Primer Comando Capital (PCC) se instaló en Misiones. Los brasileros hace rato que operan en nuestro territorio. Primero hicieron pie en la zona mesopotámica, desde donde expandieron su influencia".
El informe precisa que los jefes viajan con frecuencia entre Brasil y la Argentina, y que se radican en zonas de alta gama, donde desarrollan negocios legales que les permiten blanquear fondos. "Son propietarios de bancos, emprendimientos inmobiliarios y empresas productivas. Invierten a través de sociedades locales o testaferros", advierte el texto.
Uno de los puntos más llamativos es que las conexiones entre los 'soldados' de ambos grupos se originan en vínculos religiosos. Según la investigación, muchos miembros del Comando Vermelho y del PCC mantienen una fuerte inclinación hacia la Iglesia Católica, y dentro de sus estructuras se promueve el miedo al castigo divino como forma de disciplina. Otras células adoptan prácticas de la religión umbanda, que incluyen juramentos de lealtad.
La meta estratégica de estas organizaciones es el control de la hidrovía Paraná-Paraguay, corredor fluvial que une Bolivia, Paraguay y el norte argentino con Buenos Aires. Desde esa ruta pueden garantizar el tránsito de marihuana paraguaya y cocaína boliviana hacia el puerto metropolitano y su salida al exterior.
"Igual que en Brasil, no vienen a disputar territorios con los grupos locales", explicó Izaguirre. "Por ahora no molestan a las bandas peruanas o bolivianas que operan en Buenos Aires; su lógica es empresarial, buscan dominar las rutas y los canales financieros del negocio".
En Misiones ya hubo detenciones de ciudadanos brasileros vinculados al PCC y al Comando Vermelho, lo que confirma su presencia operativa. Muchos integran grupos paramilitares con nombres como Tiro a la Cabeza o Misiones de Dios, conocidos por su violencia y su estructura jerárquica.
La ofensiva del gobierno brasileño para desarticular estos carteles generó una ola de enfrentamientos en las favelas de Río. "Lo que pasa allá -advirtió Izaguirre- puede impactar directamente en la Argentina, porque cuando se los presiona en su país, se refugian y reorganizan acá".
Según el informe, la Argentina ya es una base logística clave del narcotráfico regional, por su ubicación estratégica y la debilidad de los controles fronterizos. "Si no se actúa con rapidez, los carteles brasileros podrían replicar en nuestro país el nivel de violencia que hoy se ve en Río de Janeiro", concluye el documento.