Las cámaras empresarias y el SOMU firmaron un acuerdo que permitirá reanudar la temporada de langostino. El conflicto había paralizado más de 100 buques y comprometía miles de empleos.
Después de más de 120 días de inactividad y negociaciones estancadas, la industria pesquera argentina empieza a salir a flote. Las cámaras empresarias del sector y el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) firmaron un acuerdo en la Secretaría de Trabajo que destraba el conflicto en la pesca del langostino y permite reanudar la zafra, clave para las exportaciones y el empleo en varias provincias del país.
El entendimiento alcanza a más de 100 buques congeladores que permanecían amarrados desde hace meses, afectando a unos 600 trabajadores solo en Mar del Plata, además de tripulaciones en Puerto Madryn, Puerto Deseado y otras localidades patagónicas. La disputa se centraba en la negativa del SOMU a aceptar una rebaja en los ítems de producción, que constituyen el grueso del salario marinero.
Finalmente, la presión de las bases gremiales y la urgencia de las empresas por evitar una temporada perdida allanaron el camino hacia el consenso. El convenio establece que el 70% del ingreso de los marineros será no remunerativo, con un descuento del 9% sobre el recibo. Esto implica una reducción del 12% en los valores de producción y un ajuste total del 18% para las empresas, muy por debajo del 30% que buscaban, pero suficiente para destrabar el conflicto.
“Con estos acuerdos, empezamos a salir de la crisis más profunda de los últimos años”, afirmó Eduardo Boiero, presidente de la Cámara de Armadores Pesqueros Congeladores de la República Argentina (CAPECA). El empresario remarcó que el entendimiento evitó el cierre de plantas, el quiebre de empresas y la pérdida de miles de puestos de trabajo.
Desde el gremio, el secretario general del SOMU en Mar del Plata, Oscar Bravo, aseguró que se logró “un consenso sin tocar los convenios” y valoró que “hubo que ceder de las dos partes para no perjudicar a los trabajadores”. El acuerdo tiene vigencia hasta 2026, cuando se abrirá una nueva mesa de negociación.
En paralelo, los empresarios manifestaron que, si bien el pacto representa un sacrificio económico, lo asumieron con la expectativa de que una baja en los derechos de exportación compense el impacto. “Nuestra responsabilidad era escuchar a los tripulantes, que pedían volver al mar y cuidar el sustento de sus familias”, expresó Agustín De La Fuente, titular de CAPIP.
El conflicto ya había generado pérdidas estimadas en más de 200 millones de dólares. Ahora, con la reanudación de la actividad, el sector espera recuperar entre 250 y 300 millones en exportaciones durante los próximos dos o tres meses. El langostino representa cerca del 50% de las divisas generadas por la industria pesquera nacional.
Las cámaras empresarias (CAPECA, CAPIP y CEPA) remarcaron que el acuerdo también abre un debate de fondo sobre la necesidad de actualizar los convenios laborales en función de los nuevos escenarios internacionales, marcados por la competencia del langostino vannamei de cultivo y la caída de la demanda postpandemia. “Es la única forma de compatibilizar las necesidades de los trabajadores con la viabilidad económica de la industria”, sostuvo Boiero.
Mientras tanto, los barcos se preparan para zarpar en los próximos días, los puertos recuperan su dinamismo y el langostino argentino vuelve a buscar su lugar en los mercados internacionales.