La hija de Alejandra se luce en creo en un solo dios, pero además se anima a exponer su ilusión: "Alguien tiene que pensar en reunirnos a todos".

Antonia Bengoechea es una de las promesas de las jóvenes camada de la actuación. Viene de una familia de artistas, pero ella profesa el perfil bajo. No quiere “caretear” con un apellido famoso. Es hija de la actriz Alejandra Darín y su tío, por ende, no es otro que Ricardo Darín.

La familia está de duelo tras la muerte de la abuela, también actriz, Renée Roxana a los 87 años la semana pasada y fue enterrada en el Cementerio de la Chacarita en el Panteón de Actores.

No se sumó a la foto que publicó su primo, El Chino, hijo de Ricardo Darín, donde se la ve fumando un porro con una dedicatoria muy cariñosa: “Alguien tiene que pensar en un proyecto para que trabajemos todos los Darín juntos”, arroja así como un deseo, pero no desespera por ella. También siguen el camino de la actuación su hermano, Fausto Bengoechea, conocido como Pichu en Simona (El Trece).

Antonia viene pisando firme primero con un papel en la tira La Leona y luego en la película de Pablo Trapero, El Clan, interpretó a una de las hijas del asesino serial Arquímedes Puccio. Y hoy pisa fuerte en el teatro con dos obras en cartel Creo en un Solo Dios (Teatro Payró, jueves a las 20.30) Moscú (El Tinglado, viernes y sábados a las 20), donde actúa con su madre.

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En Creo en un Solo Dios la convocó el director Edgardo “El Negro” Millán para interpretar a una estudiante palestina en el conflicto eterno entre árabes y judíos en Medio Oriente, una obra de Stefano Massini. Con una escenografía simple con piso de arena, como la tierra del continente, cuya pieza gana emoción e intensidad se divide en tres monólogos. Una profesora judía adulta (Noemí Morelli), una mujer “soldado” yanqui (Estela Garelli), responsable de la ocupación junto con los judíos del territorio, y la estudiante árabe en la piel de Bengoechea.

“Se cuenta el conflicto desde diferentes puntos de vista y se pone el acento en la falta de diálogo. Todo cambia desde qué lugar se habla. La obra no habla de ningún ideal, sino que es una fuente de reflexión. Lo que es para uno la solución, para el otro es problema. Si se resume el título queda ‘Solo odio’”, grafica la joven de apenas 20 años.

Bengochea señala que el momento de mayor tensión es cuando baja el telón: “El espectador queda petrificado, tarda varios segundos en volver a la realidad. Me acuerdo lo que me dijo una señora a la hora del saludo, me pidió que ninguna de las tres sonriéramos tanto. Es claramente una historia basada en el odio”.

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A diferencia de la televisión o el cine, en teatro “no suelo hacer casting. me convocan, los directores vienen a mí y yo me pongo en modo esponja, absorbo todo”.

Este año también le toca compartir escenario con su madre, Alejandra Darín y Maia Francia. La pieza de Mario Diament retrata a tres mujeres en tres tiempos diferentes en los albores de la revolución rusa a principio del siglo XX: “A mí me toca interpretar a la más joven y la lucha de la mujer por su liberación frente al poder omnipotente del hombre y de un régimen absolutista. Trabajar con mi mamá me resulta tranquilizador. En el teatro aprendo con cada función”.

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