El piloto argentino de Fórmula 1 reveló cómo fueron sus primeros años lejos del país y el costo emocional de perseguir su sueño en el automovilismo.
Franco Colapinto está viviendo el mejor momento de su vida, cumpliendo su sueño de ser piloto de la Fórmula 1 con la escudería Alpine, pero el camino tuvo momentos muy difíciles que le tocó atravesar y en las últimas horas se refirió a los mismos, incluyendo una infancia en Europa muy lejos del país y de sus seres queridos.
“Cuando vine a vivir a Europa no tenía amigos, estaba solo”, contó Colapinto. El joven, que hoy tiene el cariño de toda Argentina carrera a carrera, confesó que detrás de la ilusión de cumplir su sueño hubo noches de silencio, semanas sin compañía y una soledad que lo obligó a crecer de golpe.
“Nadie me cuidaba, estaba solo. No tenía manager. Pasaba el día con los mecánicos, pero nadie me cuidaba a mí”, contó. Esa falta de contención lo obligó a crecer de golpe y a desarrollar una fortaleza emocional que hoy reconoce como clave: “Para mí, la mejor escuela es vivir una vida que nunca imaginaste o que nadie más está viviendo”.
"Estuve mucho tiempo sin nadie, fue muy duro. Me pasaba que no hablaba con nadie en semanas”, explicó el oriundo de Pilar. Sin la familia cerca, ni un entorno de apoyo, la adaptación fue una batalla interna mucho más difícil que cualquier carrera.
De ser un chico que corría con la soledad en el alma al hombre que hoy compite para Alpine contra los mejores del mundo representando a la Argentina y el cariño de ella en la Máxima. La historia de Franco Colapinto es otro claro ejemplo de que para llegar a lo más máximo del alto rendimiento se necesita más que talento.
Tras salir último en el Gran Premio de Azerbaiyán, el argentino se prepara para el GP de Singapur que se llevará a cabo el fin de semana del 5 de octubre en el Circuito Urbano Marina Bay.