Generalmente el canibalismo se le atribuye al hambre, pero un estudio nuevo propuesto en la revista Scientific Reports indica que no se comían mutuamente solo para alimentarse.
Comparados con los grandes animales de presa, “no somos muy nutritivos a nivel calórico”, afirmó James Cole, de la Universidad de Brighton, Inglaterra.
El científico se concentró en siete yacimientos de fósiles donde los investigadores hallaron pruebas de canibalismo, como marcas en los huesos que indican que fueron sacrificados. Los yacimientos se remontan a entre 14.000 y 900.000 años atrás, lo que corresponde al Paleolítico, el período que abarca el estudio. Cinco correspondían a nuestros primos neandertales, dos a nuestra propia especie y el resto a otros miembros extintos de la rama evolutiva humana.
Su pregunta era cuántas calorías rendirían los cuerpos en cada yacimiento. Para calcularlo, se basó en datos publicados según los cuales comer a un hombre moderno de tamaño promedio rinde unas 144.000 calorías. Luego adaptó la cifra a las edades de los cuerpos.
Aunque se consumieran todos los cuerpos de un yacimiento de una sola vez, su rendimiento energético equivaldría al de un animal grande como un mamut, un rinoceronte lanudo o un oso. Entonces, ¿para qué tomarse el trabajo de cazar a su propia especie?
Tal vez en algunos casos nuestros antepasados comían a los compañeros muertos para obtener una comida fácil, supuso Cole, pero lo principal es que, en la mayoría de los casos, el canibalismo obedecía a factores sociales o culturales más que de nutrición. Puede haber sido consecuencia de la defensa de un territorio u otro hecho de violencia.