El reo más antiguo de la Argentina habló hace 23 años con este medio, en una entrevista sin vueltas que fue premiada y que reproducimos a continuación

Habla Carlos Robledo Puch: A 23 años se confiesa el Ángel de la Muerte

Carlos Robledo Puch, el Ángel de la Muerte, aquel chico de 20 años que aparentaba tener 16 y mataba sin compasión, recibió a DIARIO POPULAR en el Penal de Sierra Chica, donde purga su reclusión perpetua. Hace 23 años que lo condenaron por matar a once personas, por violar y robar. Más de la mitad de su vida la pasó tras las rejas, lo que lo afectó psíquicamente. Hoy niega todos sus crímenes. "Yo nunca mate a nadie", asegura.

Por Luis Esnal

"La sociedad puede descansar en paz, todos pueden dormir tranquilos a la noche; yo estoy preso y por ahora no me pienso escapar", dice tras las rejas del penal de Sierra Chica Carlos Eduardo Robledo Puch, el "Ángel de la Muerte", quien hace 23 años pasó a la historia por asesinar a once personas.

Dice que la frase es una broma, que se aprovecha del mito que crearon de él. "Que crearon injustamente, porque yo no maté a nadie, fue todo una confabulación que alguien armó. Nunca supe con qué objetivo".

Ni siquiera aparentaba los 20 años que tenía cuando lo detuvieron por ser el asesino serial más prolífico de la historia argentina. Los bucles rubios sobre su rostro, las pecas y su físico menudo hacían aún más inverosímil el caso. Los medios de la época sólo hablaban de él. Después de una larga y detallada confesión, en 1972 quedó detenido.

Había robado autos, motos y dinero. Había violado. Había asesinado mujeres y hombres y, finalmente, se había librado de su cómplice disparándole y desfigurándole el rostro con un soplete. En 1973, tiempos de Cámpora, se fugó de la Unidad 9 y durante 62 horas mantuvo en vilo al país. Los diarios y revistas se preguntaban, durante el tiempo que estuvo prófugo, cuándo aparecería la víctima número 12. Esa víctima no llegó, pero hoy, a 20 años, su record todavía no fue superado.

Robledo Puch mataba sin compasión, como Alex el personaje creado por Anthony Burgess en "La Naranja Mecánica". Al escritor lo habían acusado de ser apocalíptico, 'no puede ser que haya chicos que tengan ese desprecio por la vida", le decían a Burgess. Pero Robledo opaco al propio Alex.

Mataba hasta con inocencia.

En 1980 lo juzgaron en los tribunales orales de San Isidro y lo condenaron a reclusión perpetua. Ya pasaron 23 años de su detención. Estuvo en la Unidad 9, en Olmos y finalmente cayó en Sierra Chica, el penal de máxima seguridad de la Provincia de Buenos Aires.

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Allí recibió a DIARIO POPULAR y dialogó extensamente sobre su vida, Los psicólogos dicen que con los años se ha convertido en mitómano, miente y se cree sus propias mentiras. Niega todos los crímenes y sólo reconoce que robaba motos y autos porque era "fanático de los fierros”. “Eso sí, nunca manejé un arma", dice, tratando de convencer a quien lo escuche.

En el veredicto que lo condenó, los jueces escribieron que “Robledo Puch, si bien es un psicópata", es "plenamente capaz de comprender la criminalidad de sus actos y dirigir sus acciones”.

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En el ´72 él había asumido todos los crímenes ante el juez detallándolos con minuciosidad. Hoy dice que hizo esa declaración “porque si te picanean y te torturan decís cualquier cosa”.

En Sierra Chica está alojado en el pabellón 9 para homosexuales, donde convive con su pareja. Perdió los bucles y su cara de ángel, pero está lejos de tener la apariencia de alguien que mató a 11 personas. Aunque ya no está místico como en otras épocas, cuando sólo hablaba de Dios, durante la conversación se pierde en desvaríos sobre la situación social.

Sus padres viven, pero ya hace mucho que dejaron de visitarlo. "Yo le di una buena educación y une buena familia; no tengo la culpa de lo que hizo" dijo una vez Robledo Puch padre cuando sentenciaron a su hijo.

Esta nota le va a llegar a mucha gente que verá su nombre y dirá: “Ah, Robledo Puch, aquel chico que mató a once personas…”.

A esa gente le diría que el diario no se empieza a leer por la sección policiales. Personalmente, lo que leo es la página de las historietas.

-Si no lo hubieran detenido, Robledo, ¿cómo habría terminado?

-Me habría matado con una moto, Cuando Martínez de Hoz trajo la plata dulce, se abrió la importación de motos. Muchachos que no habían tenido ni un motociclo se compraban una Susuki 750, que es tan sensible que uno pierde la noción de la velocidad. Marzillo Chizzini, que había sido campeón de motos y tenía un taller, al cual yo le robé y me perdonó, me dijo una vez: "Acordate pibe que nunca se aprende a andar en moto". Yo tuve una Ducatti, una Honda 300, una 250 y una Gillera Spring Country. Si hoy me dejaran salir en libertad, me iría a recorrer el país en una Guzzí 900, bicilíndrica.

"Nunca tuve un arma en mis manos"

-¿Cómo fue su niñez, Robledo?

-Normal, corno la tuya, como la de cualquiera.

-Pero, ¿qué hacía de su vida cuando empozaron a acusarlo de los crímenes?

-Había dejado los, estudios y quería correr en moto. Me la pasaba de un taller a otro. No reniego de mí pasado delictivo, que comenzó desde chico. Cuando estaba en el colegio tuve una causa menor por robo, pero no eran robos a mano armada. Nunca tuve un arma en mis manos.

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-¿No será que se olvidó de los crímenes, Robledo?

-No. Sospechados estamos todos.

-Y piensa que los familiares de las once víctimas le creen...

-No sé. Ellos, desde el primer momento me querían ver preso. Quedarán satisfechas sus aspiraciones cuando me haya muerto. Mientras tanto, que se queden tranquilos que estoy acá. La sociedad puede descansar en paz, yo estoy preso. Eso era lo que se decía en aquel entonces. Cuando me evadí de la Unidad 9 se recomendaba a la población que, con las últimas luces del día, se encerraran en sus casas porque yo estaba suelto. Ahora quo sigan durmiendo tranquilos, yo no me voy a escapar.

-¿Pero quiere salir en libertad?

-¿Qué hombre respondería que no? Desde luego que quiero salir.

-¿Se siente mal en prisión?

-Me siento privado de la libertad, que es lo más importante que puede tener una persona. Fuera de eso, no me siento tan mal.

-¿Intentó suicidarse en algún momento?

-Sí, pasé por esos momentos, pero los superé con la fe y la fortaleza de uno mismo, que si no viene con ayuda de arriba es imposible

"Ángel o diablo es lo mismo"

-Sabe que se ha incrementado mucho la delincuencia desde el 72.

-Sí, estoy al tanto de lo que es la delincuencia. Chicos de 17 años que disparan así porque sí. Quizá porque necesitan dinero para comprar droga y posibilidad de no tenor para comprar los lleva a descerrajar un tiro a cualquiera por 300 pesos. ¡Bah!, ya no conozco el valor del dinero, no sé si eso es mucho o es poco.

-¿Se puede matar sin sentimientos?

-Del hombre se puede esperar cualquier cosa. Lo bueno y lo malo.

-¿Se puede tener compulsión de matar?

-Sí, se puede.

-¿Ángel o diablo, Robledo?

-Ángel o diablo es lo mismo. ¿El Diablo no fue un ángel de Dios, caído porque quiso ser igual que Él? Tras la vida de todo hombre hay una verdad y una mentira, una cara y una cruz. Por eso yo me quedo tranquilo y sigo soportando…

-Hasta que llegue el momento de salir…

-Si no, me muero aquí adentro.

"La plata de los robos no se disfruta"

-¿Cómo puede ser que proviniendo de una familia constituida haya comenzado a delinquir?

-Te explico. Mi padre trabajó toda la vida para ganar su sustento. Estuvo siempre en el campo automotriz. Trabajó en IKA, en General Motors y en una fábrica de inyección de caucho. Yo me incliné por las motos y necesitaba dinero para poder despuntar el vicio. Pero mi viejo no tenía para darme unos pesos ni para ir a bailar. Y, como los jóvenes de hoy en día, yo quería con desesperación tener todo rápido. Me crié en Vicente López. Allí estaba muy acentuada la diferencia entre la gente de clase media, que éramos nosotros, y la clase alta pudiente. Esas diferencias, ver que otros podían comprarse cosas y yo no, me llevó a delinquir. Pero siempre sin usar armas.

-Entonces, ¿cómo explica que lo hayan calificado como el asesino serial más feroz de la historia de la Argentina?

-Lo que pasa es que este país siempre se ha asentado sobre mitos. Se necesitaba un mito y me dieron el papel a mí.

-¿Disfrutó la pequeña fortuna que hizo en los robos?

-No, esa plata no se disfruta. Lo que se consigue fácil no se disfruta. Al contrario, te deja un vacío.

-¿Alguna vez vio alguna película sobre asesinos seriales?

- No, me alcanza con mirar el informativo.

Nadie se escapa de la Alcatraz argentina

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El penal de Sierra Chica es la Alcatraz argentina. Hace casi 10 años que nadie se escapa de sus rejas y es el destino obligado para todos los penados de la provincia de Buenos Aires considerados "peligrosos". Allí pasa sus días Carlos Robledo Puch, junto a otros 120 condenados a reclusión perpetua y un millar de reclusos con condenas elevadas.

Está ubicado en Olavarría, en el noroeste de la provincia, desde 1882. La clave para que sea considerado de "alta seguridad" es el tipo de construcción y la cantidad de agentes del Servicio Penitenciario Provincial dedicados a su vigilancia. Está en el medio del campo, la rodean paredones de cinco metros de altura y hay un agente cada dos presos. Durante las mañanas algunos presos van a picar y cortar granito a las canteras, mientras casi la mitad de la población cumple tareas intramuros en la panadería, cocina, herrería, etc... Se pueden hacer trabajos fuera de los pabellones cuando se está a 4 años de recuperar la libertad. El extramuros es un área de 140 hectáreas que forma parte del penal y está vigilada por numerosos puestos carcelarios.

Pero, como en casi todas las cárceles del país, la reincidencia de quienes pasan por Sierra Chica es altísima. El sistema que debería reeducar a los condenados termina siendo un hospedaje transitorio hacia el próximo delito.

Pero en el penal se da una situación curiosa. El prefecto mayor Ricardo Viera, 2° jefe del Área Seguridad y Tratamiento, explicó que "la reincidencia es casi nula entre los evangelistas. Son 200 internos, están organizados por una estructura propia y tienen un pastor que los mantiene todo el día haciendo tareas".

Para manejar a una población carcelaria de estas características, Viera dijo que la clave es clasificar a los líderes naturales que tienen los presos. "Si se los mantiene controlados a ellos, lo demás viene solo".

Las requisas en los pabellones de Sierra Chica son continuas. En cada revisación se encuentran "facas" y "puntas" hechas con cubiertos y herramientas. Pero la última novedad es un mate "adornado" con clavos en punta. En lugar de yerba, va relleno de plomo y atado a una soga. Quien recibo un bolazo de esos nunca vuelve a tomar mate.

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En la cárcel las escalas sociales se trastrocan. "Quien manda tras las rejas es el ladrón y después el homicida. Está también el secuestrador extorsivo, que es una causa muy aislada, pero cuando alguien entró por eso es muy respetado. El violador es el último en la escala y no tiene derechos entre los reclusos", aseveró Viera.

En el liderazgo de los ladrones, los matices valen mucho. No es lo mismo un integrante de superbanda, un boquetero, un ratero o uno que hace "scruche".

"El que hace scruche no arriesga nada, espera que te vayas de tu casa para llevarse todo -dijo Viera explicando el pensamiento de los presos-. El violador es lo más bajo porque puede haber violado a tu esposa o a tu hija. Siempre termina siendo violado. Hay algunos que vienen con 'cartel' (fama de pesados), pero otros se lo hacen adentro enfrentando al personal penitenciario".

Según Viera, quien logró imponer disciplina en un ámbito creado para gente que no la tiene (hoy el 90% de los reclusos tiene conducta ejemplar), "el verdadero delincuente no causa problemas. Trata de pasar lo mejor y más rápido posible su condena para volver a la calle a seguir 'trabajando".

El castigo máximo en Sierra Chica es la reclusión por 15 días en la celda de aislamiento, más 30 en la celda propia sin recreo y 60 de privación de beneficios. El preso que genera problemas pasa todo el tiempo que se considere necesario en la celda de aislamiento, un cuadrado de dos por dos, con la única compañía de una letrina. Casi no entra luz. "Hay algunos que escarmientan y otros que mientras están recluidos preparan otra púa para seguir peleando".

Viera dice que en la cárcel vale mucho la palabra Si se crea un compromiso con un preso y éste no lo cumple, el mejor castigo es decirle adelante de otros presos. "Yo sabía que me ibas a defraudar, porque vos no sos un hombre, no tenés palabra".

"La edad de los delincuentes fue cambiando con la sociedad. Veinte años atrás el promedio de edades iba del 35 al 45, pero hoy bajó a los 20 y 25”, recordó Viera. "Antes había respeto, los presos, trataban de usted. Cuando había una pelea era muerte, no eran esas grescas sin sentido. Hoy no se respetan, son jóvenes que no tienen una conducta ni para el delito".

Uno de los intentos de fuga que más recuerdan en Sierra Chica ocurrió hace 15 años. El preso trabajaba en el área de lavandería. Se apropió de un traje de penitenciario y le fabricó los galones de la jerarquía con miga de pan. Se fue tranquilamente mientras los penitenciarios le hacían la venia Tanta habilidad la desperdició cuando al salir, a pocos metros del portón de la cárcel, se puso a hacer dedo. Lo vieron desde el Penal, sospecharon y rápidamente volvió a su celda.

Fuga a la medianoche

("Robledo Puch, matador de mujeres, ancianos y hombres jóvenes, volvió a la calle. La expectativa creada en torno a este rubio 'simpático' y pecoso jovencito, que empezó en el delito porque 'quería tener una motocicleta', se justifica. ¿Habrá una víctima número 12?', se preguntaba un periodista el 9 de julio de 1973, en el diario Gaceta, cuando se escapó Robledo de la tildad 9).

-¿Recuerda cómo fue la fuga del '73?

-Sí, me acuerdo que había un sistema anticuado de iluminación, y las cosas se hicieron fáciles. Estábamos viviendo un tiempo de convulsiones políticas, era la época de Cámpora en ese momento. No había guardias dentro del penal, solamente en los muros, De todas maneras, me escapé sin saber para qué. Estuve 68 horas afuera y durante esas horas desapareció el problema asmático. A la media hora de que me restituyeron a la unidad, se me cerraron los bronquios. Con asma la condena pesa el doble.

-¿Cómo lo veían los presos en el '72 o '73 cuando recién caía y sabían que venía por 11 crímenes?

-Yo les conté la historia, pormenorizadamente. Esa gente, gente de carrera en el delito, comprendió todo rápidamente. Qué mejor que nosotros para conocer el accionar de los jueces. Me ayudaron, me trataron muy bien. Hasta el día de hoy, aunque no es la misma gente, porque ahora la población penal es mayoritariamente de jóvenes. Además, yo me la paso todo el día en la celda, no salgo ni al recreo, porque no tengo muchas ganas.

Distintas versiones para dos crímenes

En la madrugada del jueves 3 de febrero, varios policías ingresaron en la ferretería industrial de Masserio Hermanos, en Carupá, Tigre. Allí, además de sereno del local, muerto de dos balazos, las autoridades encontraron otro hombre también muerto a tiros, que había sido parcialmente mutilado y desfigurado con un soplete.

El cuerpo estaba semicarbonizado, pero la policía halló intacta la cédula de identidad del muerto. Era Somoza. Cuando la policía fue a su casa, le dijeron que no estaba porque había salido con su amigo Carlos Robledo Puch. Cuando lo detuvieron, el "Ángel de la Muerte” contó su último crimen.

“Nos filtramos por la claraboya de la ferretería y sorprendimos al sereno Manuel Acevedo, al que encerramos en una pieza y luego lo matamos. No encontrábamos las llaves de la caja y utilizamos un soplete. Cuando la abrimos, Somoza me amenazó con un arma. Le di un codazo y girando le disparé un balazo. Cayó si suelo gimiendo. Me dio lástima y lo rematé. Para evitar problemas lo quemé con el soplete, prendí fuego a todo y me fui.

-¿Que lo llevó a matar a su amigo Somoza y sopletearle la cara?

-Eso no fue asi. Si se sopletea a una persona no quedan ni las cenizas. Yo he visto una foto que me mostró el doctor Padilla, a donde fui a comparecer después de la fuga, el 10 de julio a la mañana. Pude reconocer perfectamente que era Somoza, y eso hubiera sido imposible si le hubieran sopleteado la cara. Eso es una versión periodística. Quienes asaltaron ese lugar rociaron con alcohol fino y prendieron fuego el local con Somoza adentro.

A la salida de la boite

("A la Dinardo la encontramos una noche cuando salía de una boite, que creo que era del novio. Nos acercamos con el coche y le mostré una billetera donde habla 250.000 pesos. La piba subió pero después se quiso hacer la interesante y optamos con Queque por matarla. Con la otra pasó algo parecido. Estaba en la Panamericana esperando algún coche. Subió al nuestro y me la llevé al asiento de atrás, adonde también pasaron luego Ibáñez y Somoza. Se quiso hacer la loca, la hicimos bajar y la maté a tiros para que no nos delatara". Declaración judicial de 1972)

-¿Qué pasó con Eleuteria Rodríguez y Ana María Dinardo?

-En el sumario figura que fue levantada en un Ford Fairlaine 500 LTD color crema, en Avenida del Libertador. La encañonaron con un arma de fuego, la hicieron subir al auto y fue conducida por la Panamericana hasta el desvío de Pilar. Ahí fue hallada muerta, no sé sí con uno o dos disparos. Ese Ford Fairlaine fue sustraído de un garaje en Constitución, donde mataron al sereno. Como no encontraron el arma no pudieron probar que hubiera sido yo, entonces me dieron el sobreseimiento. Si me sobreseen de ese robo automotor, ¿cómo me inculpan de haberlas llevado en ese rodado?. Por eso te digo que la verdad de la milanesa está en el expediente, Pero lógicamente no me pueden juzgar otra vez.

-El apodo del "Ángel de la Muerte", ¿lo va a llevar hasta la muerte?

-Sí, conmigo hicieron el mito. En el futuro, cuando me muera, van a necesitar otra leyenda.

“Puedo pedir la condicional"

-¿Recuerda cada uno de los crímenes que cometió?

-Vos me estás haciendo una pregunta que me hace volver al pasado, a aquella farsa judicial. Me llevaron a juicio oral a 8 años de cometidos los hechos y me enjuiciaron en base a prontuarios policiales. Se le hizo creer a la opinión pública que se trataba de un juicio a puertas abiertas, pero fue todo a puertas cerradas. La sentencia para declararme culpable estaba firmada antes de empezar el juicio.

-¿Quizá dentro de un tiempo le den la libertad condicional?

-Según el Código quizá ya puedo pedir la condicional, pero ¿qué juez me la va a dar? Hoy mi causa son expedientes cocidos a mano, archivados no se sabe dónde. Se sancionan nuevas leyes que me podrían beneficiar por el tiempo pasado aquí pero nadie se va a molestar en ir a leer mi causa.

Autor: Luis Esnal

Edición: Marcelo Pensa

Traslado a digital: Hernán Khatchadourian

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