El gran presente de Gigliotti que lo ubica como un protagonista central de Independiente, igual permite ver algunas rispideces que Ariel Holan intentó sembrar; el rol del goleador, su influencia en el plantel y la mirada recelosa del técnico

Emmanuel Gigliotti (31 años) es muy importante adentro y afuera de la cancha. Adentro, porque su marca de 12 goles en 11 partidos de esta Superliga que de su super no tiene nada, ya habla de su gran contundencia ofensiva. Afuera, en el día a día, en los vestuarios, en la concentración, antes y después de los partidos, Gigliotti fue modelando una contención positiva en el seno del plantel que hoy nadie podría subestimar. Ni el entrenador de Independiente, Ariel Holan, toma este dato de la realidad como un factor providencial. Porque no es providencial.

Es más: Holan no observa con ninguna simpatía ni agrado que el Puma haya adquirido ese relieve y gravitación que excede el marco estrictamente futbolístico. Y es singular y hasta contradictoria esta interpretación subjetiva de Holan, considerando que bajo su gestión Gigliotti se incorporó a Independiente en enero de 2017, después de estar dos temporadas intrascendentes en el fútbol chino, luego de su paso por Boca que tuvo como un mojón muy potente aquel penal que por la Copa Sudamericana de 2014 le atajó Marcelo Barovero. Ese episodio tan recordado determinó su salida posterior de Boca y su transferencia al exterior.

Fue creciendo Gigliotti en Independiente. Creciendo en goles y en un plano de influencia que en el tiempo logró expresar. Influencia para interconectarse con sus compañeros y convertirse en una voz muy escuchada como la tuvo en su momento Nicolás Tagliafico, ahora en el Ajax de Holanda. Este alto perfil que fue adquiriendo en el equipo, no le pasó por alto a Holan. De ninguna manera.

Lo advirtió con un signo evidente de preocupación. Y lo fue postergando e incomodando a Gigliotti en la medida de las posibilidades que se le presentaban. No habría que olvidar que el 2 de octubre en la revancha por los cuartos de final de la Copa Libertadores cuando Independiente enfrentó a River en el Monumental, decidió de arranque dejar a Gigliotti en el banco y recién lo hizo ingresar en el segundo tiempo reemplazando a Pablo Hernández, de paupérrima producción.

Esa determinación de Holan de mandar al banco al delantero con mayor capacidad goleadora del equipo no fue apenas un error de cálculo. Lo dejó en claro días después cuando con tono ceremonioso, expresó en rueda de prensa: “Gigliotti es el jugador con más minutos en cancha del semestre, mientras que (Silvio) Romero es el jugador más eficaz del semestre, si analizamos los minutos que actuó, los goles que convirtió y las asistencias que dio”.

Este pase de facturas públicas de Holan hacia Gigliotti no precisó de otras palabras. Las que había brindado el entrenador habían sido muy esclarecedoras. El preferido de Holan era, sin dudas, Romero. El primer delantero de Holan era Romero. Pero Romero en muy pocas ocasiones logró su mejor puesta a punto, más allá de las lesiones que fue padeciendo desde que arribó al club en el arranque de 2018, después de actuar durante tres temporadas en Jaguares de México y en el América.

Gigliotti, a pesar de no ser considerado como una prioridad, nunca se resignó. Y esta virtud incuestionable terminó por empujarlo a un escenario más amable y más pleno. A fuerza de goles se ganó la titularidad que reclamaba con elegancia y diplomacia. Y le dobló la muñeca a la estrategia sinuosa de Holan. Porque ya no pudo Holan volver sobre sus pasos. Ni encontrar justificaciones coherentes para debilitar la autoridad futbolística que expresaba Gigliotti partido tras partido.

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Esa llegada del Puma para vincularse y ser un protagonista influyente en el plantel de Independiente, a Holan no le cerró nunca. Siempre desconfió de ese rol. Como desconfió de su ex amigo y preparador físico Alejandro Kohan, con el que entró en zona de conflicto irreparable luego de que el Rojo obtuviera la Copa Sudamericana el 13 de diciembre de 2017 en el Maracaná.

Holan, a favor de sus fantasmas, creyó ver en Kohan a un personaje demasiado reivindicado por el plantel. Y sospechó en el marco de sus inseguridades que no son pocas, que podía socavar su autoridad. Kohan se fue y Holan siguió después de amenazar con una renuncia indeclinable falsa.

La relación con Glgliotti funciona dentro de esa lógica. ¿Cuál es? No le gusta a Holan esa especie de liderazgo que el delantero revela. Teme, en definitiva, que ese poder simbólico lo afecte en su labor como técnico. Un temor, por supuesto, no declarado. Porque estas cosas no se declaran. En todo caso se dejan ver aunque en vano pretendan ocultarse.

Tendrá que convivir Holan con Gigliotti, salvo que el Puma sea transferido en virtud de los goles en continuado que anota. Pero nunca será santo de su devoción. Como por ejemplo (y salvando las distancias que son muchas) no lo era Gabriel Batistuta para Daniel Passarella, aunque en Francia 98 fue titular.

Pero Passarella prefería a uno de los suyos, como Hernán Crespo. Batistuta le era ajeno. Y sí podía lo dejaba de lado. Ese recuerdo quizás pueda asociarse a este presente de Holan y Gigliotti. La película no es la misma. Pero el guión quizás encierra algunas similitudes.

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