
Tras semanas de fuertes cruces, el presidente Donald Trump y el alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani, mantuvieron una reunión que ambos calificaron como “muy productiva”.
En un giro político tan inesperado como estratégico, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió este viernes en la Casa Blanca al alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani. Ambos calificaron la reunión a puertas cerradas como “productiva”, dejando atrás semanas de agresivos cruces públicos y prometiendo una agenda de cooperación en áreas clave para la ciudad más poblada del país.
Trump, que apenas dos días antes había acusado a Mamdani de “comunista” y había cuestionado incluso su ciudadanía, sorprendió con un tono conciliador. “Es un gran campeón, alguien diferente”, dijo al finalizar el encuentro en el Salón Oval.
El mandatario añadió que “cuanto mejor le vaya a él, más feliz estaré yo”, marcando una distancia radical con sus ataques previos. Mamdani, por su parte, destacó que el presidente “ganó muchos votos neoyorquinos por su política de bajar los precios” y aseguró que pueden coincidir en el objetivo de hacer la vida más asequible en una ciudad donde uno de cada cuatro habitantes vive en la pobreza.
El diálogo se centró en tres ejes: vivienda, costos de vida y criminalidad. Ambos dirigentes se dieron la mano frente a la prensa y aseguraron haber encontrado puntos de acuerdo. “Si puedo hacer que los precios bajen, será bueno para Nueva York”, afirmó Trump, mientras que Mamdani celebró que la reunión “no se centró en los desacuerdos, sino en el propósito común de servir a los neoyorquinos”.
El presidente, que reiteró que desea ver menos criminalidad en la ciudad, aseguró que prestó atención a los planes de Mamdani para ampliar la construcción de viviendas. “La gente se sorprendería, pero quiero ver lo mismo”, dijo. Sorprendió también su rechazo a las declaraciones de su aliada Elise Stefanik, quien había calificado al alcalde electo como “yihadista”. “En realidad es muy racional”, afirmó Trump.
En varios momentos del encuentro, el mandatario incluso intervino para suavizar preguntas incómodas dirigidas a Mamdani. Cuando un periodista le consultó al alcalde electo si seguía considerando a Trump un “fascista”, como había sostenido en campaña, el presidente lo interrumpió entre risas: “Está bien, puede decir que sí, es más fácil que explicarlo. No me importa”. Mamdani esquivó el comentario y reiteró que el foco de su gestión será la asequibilidad.
La distensión contrastó con el clima de la campaña electoral. Tras la victoria de Mamdani hace apenas dos semanas, Trump había afirmado que Nueva York estaba gobernada por un “régimen comunista” y predijo una fuga masiva de habitantes hacia Florida. También había amenazado con cortar fondos federales si el nuevo alcalde no cooperaba con la Agencia de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), una postura que ayer pareció moderar. “Espero ayudarlo, no perjudicarlo”, dijo ahora.
Es una relación de antecedentes turbulentos. Mamdani, de 34 años, hijo de inmigrantes y primer musulmán en ser elegido alcalde de Nueva York, se había definido como “la peor pesadilla de Trump”. Mientras tanto, el presidente lo había tildado de “lunático comunista” y llegó a sugerir que no era realmente estadounidense. Sin embargo, en el Salón Oval todo quedó atrás. Trump aseguró que el joven dirigente “podría ser una de las mejores cosas que le pasen al Partido Republicano”, en un guiño que muchos interpretaron como una estrategia para dividir al Partido Demócrata.
La reunión también le ofreció beneficios políticos al presidente. En un contexto de creciente presión por el aumento del costo de vida, Trump aprovechó la presencia del alcalde electo para enfatizar sus políticas de reducción de precios y su supuesta capacidad para contener la inflación. “Algunas de sus ideas son realmente las mismas ideas que tengo”, dijo sobre Mamdani, remarcando un inusual terreno común.
El tono cordial marcó una pausa en la larga lista de tensiones que caracterizan la agenda de Trump. Frente a Mamdani, el presidente actuó de manera inusualmente protectora, contrastando con reuniones que terminaron en choques públicos, como ocurrió este año con los mandatarios de Ucrania y Sudáfrica.
Al finalizar, ambos líderes insistieron en que trabajarán juntos. “Él quiere una Nueva York segura, y yo también”, expresó Trump. Mamdani agregó: “Nuestro propósito compartido es servir a los neoyorquinos y hacer que esta ciudad vuelva a ser asequible”. Con objetivos que aún deberán ser puestos a prueba, Washington y Nueva York firmaron, al menos por un día, una tregua política que nadie esperaba.