
La automotriz alemana detiene la producción en Dresde, en medio de recortes, menor inversión y un escenario global adverso para el sector automotor europeo.
La automotriz alemana Volkswagen cerrará su planta de Dresde, un hecho sin precedentes en sus 88 años de historia, ya que nunca antes había detenido la producción dentro de Alemania. La medida refleja el impacto que la competencia china y las tensiones comerciales internacionales están teniendo sobre uno de los grupos industriales más importantes de Europa.
La decisión se inscribe en una revisión profunda de la estrategia del consorcio. Volkswagen redujo su plan de inversión para los próximos cinco años a unos 160.000 millones de euros, por debajo de lo proyectado anteriormente, y resolvió continuar invirtiendo en motores de combustión interna al considerar que su permanencia en el mercado será más prolongada de lo esperado.
La planta de Dresde, inaugurada en 2002, fabricó menos de 200.000 vehículos desde su apertura, una cifra muy baja en comparación con la producción anual de la fábrica de Wolfsburgo. Pensada originalmente como una vitrina tecnológica, comenzó con el modelo de lujo Phaeton y luego se reconvirtió en un símbolo del proceso de electrificación, con la producción del ID.3.
El cierre forma parte de un acuerdo con los sindicatos para reducir la capacidad productiva en Alemania, que contempla además la eliminación de 35.000 puestos de trabajo. El director ejecutivo de la marca, Thomas Schäfer, afirmó que la decisión fue tomada por razones económicas, en un contexto de caída de ventas en China, menor demanda en Europa y mayores dificultades para competir a nivel global.